Volumen 36 | Número 3 | Mayo/Junio 2008

Inglés Español

Sirviendo A Mi Generación Por La Voluntad De Dios—1ra. Parte


By Dr. H. T. Spence

Un gran texto que ha tomado mi corazón desde los primeros años de mi ministerio fue Hechos 13:22:

Quitado éste (Saúl), les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.

Esta verdad es embellecida aun más en el versículo 36:

Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.

En esta narrativa histórica, estos dos versículos declaran un profundo y demandante discernimiento que debe tomar la vida de cada hijo de Dios en cada generación.

En las siguientes dos ediciones de Inmediatamente, seremos atraídos a este asunto de “mi generación”. La carga espiritual a tratar para este mes es tomado del mensaje de clausura de la graduación en la Universidad Bíblica de Fundamentos y Seminario Teológico (Foundations Bible College and Theological Seminary) predicado por el Presidente del Ministerio de Fundamentos en Mayo 11 del presente año.

Mi Propia y Singular Generación

Esos dos versículos en Hechos 13 caen dentro del mensaje predicado por el Apóstol Pablo concerniente al divino gobierno de Dios a través de la historia de Israel. Este retrato histórico culmina con el reinado del rey David. Pablo reconoce que David fue un hombre conforme al corazón de Dios. Nosotros podríamos tener ciertas dudas en creer esto a la luz del pecado de David con Betsabé, además del censo que llevó a cabo en la parte final de su vida. Sin embargo, en medio de esas fallas, la totalidad de su vida es vista desde el cielo como aquel que hizo la voluntad de Dios. La palabra quiero en el versículo 22 viene de la palabra griega theileimi, la cual expresa más bien un deseo del corazón. La voluntad de Dios en este contexto podría ser expresada como “Yo deseo que hicieras tal cosa”. La palabra theileimi también se encuentra en 2 Pedro 3:9 : “El Señor . . . es paciente para con nosotros. No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Theileimi no se refiere a una voluntad coerciva; es el deseo de Dios para nuestras vidas. Cuando miramos la vida de David en su totalidad, debemos entender que David llevó a cabo los deseos y anhelos de Dios. Aun en su arrepentimiento, David hizo la voluntad de Dios.

En contraste con Hechos 13:22 que nos dice que David “hará todo lo que yo quiero (theileimi)”, en Hechos 13:36 leemos de David: “habiendo servido a su propia generación según la voluntad (boulei) de Dios”. Aquí la palabra Griega boulei expresa el “divino consejo” de Dios más que “los deseos o anhelos” de Dios.

Otra palabra Griega importante en Hechos 13:36 es idios, la cual se encuentra en la frase “su propia generación”. Se nos dice que David sirvió a su propia, singular y peculiar generación por el consejo divino de Dios. Como David, cada cristiano debe ser capaz de ver y servir a su generación en el divino consejo de Dios. ¿En cuál generación nací yo en la providencia de Dios? Yo no nací en los días de Jesús. No nací en los días de Martín Lutero, Juan Wesley o Jorge Whitefield; no nací en los días de los Grandes Despertamientos, ni de los avivamientos de Inglaterra, Nueva Inglaterra, Gales, y otros. Yo no nací en los tiempos de los apóstoles ni de los puritanos. Y ya que esas generaciones no son mi generación, debo por lo tanto, conocer la generación en la cual Dios de manera divina ha señalado para mi vida. En mi singular y peculiar generación, debo servirle a Él.

Una vez que yo me haya dado cuenta de cuál es la generación en la cual providencialmente Dios ha señalado para mi servicio, entonces debo tomar las dos perspectivas concernientes a la voluntad señalada por Dios. Primeramente, debo encontrar personalmente el theileimi, la voluntad o deseo de Dios para mi vida; después, yo debo encontrar el boulei, el consejo de Dios para esta generación. Yo podré saber cuáles son estas dos voluntades, únicamente a través de la Palabra de Dios. Los hombres tienden a leer los avivamientos de la historia creyendo que estos pueden ser repetidos de igual manera; ellos tratan de amoldar la presente generación para que encaje en alguna generación del pasado. Esto no puede ser así.

Mi responsabilidad es encontrar, dentro de las Escrituras, la descripción de Dios para mi generación y predicar el divino remedio para las necesidades maestras de mi singular y peculiar generación. Debo llevar a cabo el consejo de Dios y cumplir totalmente con Su deseo. El consejo de Dios (boulei) es inalterable; sin embargo, Su anhelo y deseo (theileimi) puede ser rechazado. Aunque es la voluntad de Dios que todos los hombres procedan al arrepentimiento, no vemos que ello sea una realidad que se lleve a cabo. La voluntad theileimi de Dios puede ser rechazada o rehuída por las personas. Debido a esto es que se puede decir al final de la vida de una persona, “él hizo la voluntad de Dios en su vida”, o “este hombre no hizo la voluntad de Dios en su vida” (leer Mateo 7:21-24).

Cada verdadero ministerio, ministro o cristiano, debe hacer la voluntad o el deseo de Dios para su singular generación; además, él deberá hacer la voluntad de Dios de acuerdo al consejo de Dios para dicha generación. No es suficiente el simple hecho de tener un ministerio o un llamamiento. Un ministro hoy en día debe estar consciente de los tiempos en los cuales él vive, y de la manera en cómo él está contribuyendo con su generación, a la luz de las necesidades de su generación. Uno debe conocer las verdades maestras para su generación y estar siempre “dándole al blanco” antes que estar “disparando aleatoriamente”. La Palabra de Dios debe estar dirigida para mi generación; ella debe darme discernimiento para saber si algo viene de Dios o viene de la apostasía.

Yo vivo en la generación más engañosa dentro de la historia de la iglesia; señales, maravillas, milagros, y obras, son cosas que se buscan y se promueven como si viniesen del Señor. ¿Acaso me encuentro en tiempos de avivamientos, o en tiempos de apostasía? ¿Estoy en el Periodo de la Tribulación o en el preludio de ella? ¿Vendrá Cristo en las nubes donde nos encontraremos con Él, o Su próxima aparición será para llegar al Monte de los Olivos y pelear la Batalla del Armagedón? Esta y otras preguntas son de gran importancia, pues ellas me dictarán la manera cómo he de vivir, la manera cómo de he predicar, la urgencia de mis mensajes, y la vida de oración que deberé vivir.

¿Donde Me Encuentro Según Las Sagradas Escrituras?

Otra pregunta importante e imperativa por hacer es “¿Dónde me encuentro según las Sagradas Escrituras?” ¿Acaso puedo encontrarme a mí mismo y a mi generación en las Escrituras? ¿Dónde me encuentro según la historia de la humanidad, de acuerdo a la Palabra de Dios? Aun cuando un ministro del evangelio pueda preparar un mensaje que contenga Verdad, ¿Acaso tal mensaje está sirviendo para cubrir parte de una necesidad inmediata para su generación? Muchos ministros están simplemente predicando sermones genéricos que no son eficaces para su generación. Ellos creen que con el solo hecho que su sermón contenga Verdad, eso es todo lo que ellos necesitan. Como maestro de Biblia en un Seminario, yo podría enseñar todas las diferentes formas de epistemología a los estudiantes, y esto no sería malo; no obstante, ¿Acaso estoy preparando a mis alumnos con dicha epistemología para enfrentar y ministrar a sus generaciones? Sí, es una pregunta imperativa: ¿Dónde me encuentro según la historia? ¿Acaso puedo encontrar a mi generación dentro de las Escrituras?

¿Qué clase de día es en el cual vivo? Es evidente en las Sagradas Escrituras y en su descripción, que estamos viviendo y ministrando al “Final” de Los Últimos Días. Tal consciencia debe hacer una gran diferencia en mi enfoque de vida, predicación, y enseñanza. Debe haber un punto en la historia donde Dios comience a preparar la venida del Anticristo, quien exclusivamente gobernará el mundo durante 3½ años. De manera necesaria, una o dos generaciones en dirección a su venida, deben testificar de manera global, la forma en la cual la población está pavimentando el camino para la venida de este hombre perverso. Nosotros sabemos que la primera venida de Cristo dio inicio a “Los Últimos Días” (de acuerdo a las palabras de Pedro en Hechos 2:16-17). Nosotros hemos estado viviendo en Los Últimos Días durante 2,000 años. Cada uno de nosotros debemos preguntarnos a través de mucha oración, cuando leamos las Escrituras, ¿Dónde se encuentra el anticristo en este tiempo de Los Últimos Días? ¿Acaso me encuentro en el inicio de Los Últimos Días? ¿O me encuentro a la mitad de ellos? ¿O estoy viviendo ya el tiempo final de los Últimos Días? ¿Acaso me encuentro en el inicio de las eras de la Iglesia? ¿O a la mitad de ellas? ¿O al final de dichas eras? Esta es una pregunta que todo predicador necesita contestar a la luz de la Palabra de Dios.

Cuando los discípulos le hicieron a Jesucristo tres preguntas en Mateo 24:3, su pregunta final fue “Dinos . . . del fin del siglo?”. Esta palabra siglo en Griego significa “era”. Los discípulos querían saber acerca del fin de la era. ¿Se refiere acaso al final de la era del primer siglo? ¿O al final de la era de la Iglesia? ¿O al final de la era del Periodo de la Gran Tribulación? ¿O literalmente se referían al final del mundo mismo? ¿Dónde me encuentro a mí mismo en esta pregunta, si es que me encuentro? De nuevo, el contestar estas preguntas, afectará profundamente la manera de mi predicación, la manera como enseño, y la manera como vivo. Yo estoy para servir a mi generación singular y peculiar a la luz de la voluntad o del consejo de Dios.

El ministerio de Foundations Bible College and Theological Seminary (Universidad Bíblica de Fundamentos y Seminario Teológico), vino a existencia debido a que nuestro Fundador, el Dr. O. Talmadge Spence, creía que las Sagradas Escrituras revelaban claramente que nuestra generación era parte de la gran apostasía que debía llevarse a cabo en los tiempos finales de Los Últimos Días. Ciertamente ha habido un abandono de la fe, una defección, una apostasía a través de toda la historia de la Iglesia. Pero 2 Tesalonicenses 2:3 nos dice: “. . . porque no vendrá sin que antes venga la apostasía . . .”. El contexto de “no vendrá” se encuentra en los dos versículos anteriores:

Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.

Este día de Cristo se refiere al rapto secreto en el cual Jesucristo vendrá como un ladrón en la noche para llevarse con Él a Sus santos. Esto no se refiere a la venida pública de Cristo con sus ejércitos, como se nos presenta tanto en Zacarías 14 como en Apocalipsis 19.

Nuestra presente inquietud es qué precederá a esta venida. Este pasaje nos dice que vendrá “El (artículo griego) abandono de la fe”. En las secuelas de esta apostasía, después del día de Cristo, ese hombre de pecado, el hijo de perdición, será revelado (2:3b). Debe reconocerse que la apostasía ha estado en cada generación desde la primera venida de Cristo; sin embargo, nunca ha habido una apostasía que haya impregnado cada aspecto de la epistemología humana como ha sucedido en la actualidad. Existe una diferencia entre “una” apostasía y “la” apostasía. El abandono de la fe hoy en día se encuentra en cada compartimiento de la vida: en la familia, en el matrimonio, en la educación, en la música, en el arte, en la filosofía, en la medicina, en la ciencia, etc. Todas esas áreas se han alejado de sus primeros principios, los fundamentos de su existencia. La falla más profunda y más triste es el detrimento espiritual (defección) global que se ha llevado a cabo en la iglesia institucional. El verdadero cristianismo a la vista pública, esta muerto, y de manera similar, estamos siendo testigos de la muerte pública del Fundamentalismo Cristiano histórico.

Creemos que estamos viviendo al final de las eras de la Iglesia. Así como Israel perfeccionó su apostasía con el rechazo y la crucifixión de Jesucristo su Mesías, la Iglesia al presente, como la histórica Iglesia de Laodicea, ha rechazado su cabeza y su principal piedra angular—nos encontramos en una Era de la Iglesia sin Cristo. ¿Creo yo que estamos viviendo en la apostasía? Si es así, mi predicación debe ser diferente que si yo creyese que no nos encontramos en “la” apostasía. ¿Creo yo que la única esperanza para el remanente es el ser raptado de la iglesia institucional? Si es así, Su inminente venida ocasionará que yo “vele y ore” como Él nos exhorta en el Discurso de los Olivos. Si yo no creo en una venida secreta, sino solo en una venida pública al final del Periodo de la Tribulación, entonces no hay una inminente venida de Cristo para mi generación (a menos que yo crea que estoy viviendo al “final” del Periodo de la Tribulación).

Si yo estuviese viviendo en el Periodo de la Tribulación, yo podría saber el día y quizá aun la hora de Su venida, ya que está claramente designada para el principio de la Última Semana de Daniel. Desde el día en que el Anticristo firme su pacto con los judíos, comenzará la cuenta regresiva de los siete años. Es al final de esos siete años que Cristo regresará con Sus ejércitos (Zacarías 14:3-4 y Apocalipsis 19) para pelear la Batalla de Armagedón. Esta venida pública no debería tomarnos desprevenidos; esta venida no se llevará a cabo “en una hora que no pensemos”. Al discernir cuál de las dos venidas se encuentra más cerca, esto deberá afectar tanto mi predicación como mi enseñanza. Si estoy convencido que yo atravesaré por el Periodo de la Tribulación, entonces no necesito ni “velar ni orar”. ¿Qué clase de días son en los cuales estoy viviendo? ¿Son estos los días para predicar acerca del verdadero Cristo o del falso Cristo? ¿Acaso el mundo esta mejorando su situación, o la esta empeorando? ¿Estamos al final de los Últimos Días o al principio de ellos? ¿Cómo estoy leyendo mi Biblia? ¿Donde me veo a mi mismo en las Sagradas Escrituras?

Las Verdades Maestras Para una Generación

El consejo completo de Dios debe ser predicado en cada generación, pero cada etapa y cada era de la iglesia tiene su pecado maestro, así que una verdad maestra debe ser regularmente predicada para confrontar dicho pecado maestro. La verdad maestra es la verdad crucial de la Palabra de Dios que se necesita para dicha generación en particular.

Una vez que yo haya encontrado a mi generación y a mí mismo dentro de las Sagradas Escrituras, ¿cuáles son las verdades maestras que debo predicar, si es que vivo en comunión con Dios? Cada generación de predicadores que han salido vencedores por Cristo en sus generaciones, han predicado el mensaje único y peculiar para su generación. Por ejemplo, en los días de los Pre-Reformadores (1300s) tales hombres como Juan Wycliffe, el mensaje pre-eminente exaltó la divina autoridad de la Palabra de Dios en contra del Romanismo. Fue de ésta verdad maestra que los Reformadores (1500s) tomaron para predicar sus doctrinas de la justificación por fe, el sacerdocio universal de todos los creyentes, la salvación solo obtenida por gracia, y la soberanía de Dios. Si las Sagradas Escrituras no fuesen la suprema autoridad, entonces todas las doctrinas de la Biblia podrían ser cuestionadas. Estos hombres dieron la visión madura de sus vidas a la predicación de las verdades maestras que ellos vieron necesarias para sus generaciones.

Después vino otra generación; ellos fueron conocidos como los Avivalistas (evangelistas que predicaban los avivamientos) (1700s). Las verdades maestras que ellos enfatizaron para su generación fueron la búsqueda de un “corazón” en comunión con Dios, pureza de Corazón, y el gran mandamiento, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. A pesar de su persuasiones teológicas, ellos miraron la necesidad de sus “corazones” delante de Dios, y el rompimiento del poder del pecado dentro del corazón. Recuerde las palabras de Augustus M. Toplady: “Sé del pecado la doble cura, límpiame de su culpa y su poder”. Con cuánta frecuencia cantamos los antiguos himnos del pasado y no discernimos las verdades que hay en ellos.

¿Cuál es la verdad maestra para nuestra generación? Si yo discierno mi generación dentro de las Escrituras ¿Debo entonces encontrar la verdad con que debo permear toda mi predicación y enseñanza en mi generación? Parecen existir cuatro verdades maestras que deben ser la estructura consistente de la predicación para nuestros tiempos, para poder cumplir con las necesidades de nuestra singular y peculiar generación.

Leemos en las Sagradas Escrituras de un hombre que vivió en una generación similar a la nuestra: su nombre fue Enoc. La primer importante característica de este gran hombre piadoso, la cual también es una verdad maestra para nuestra generación, es que él “caminó con Dios” (Génesis 5:24), o como leemos en Hebreos 11:5, él “agradó a Dios”. Una de las verdades más grandes y necesarias para nuestros tiempos es la comunión con Dios, un caminar con Dios, o cómo agradar a Dios. Esta verdad se ha perdido entre los escombros del empuje agresivo del evangelismo en nuestra generación. Hoy en día hay muy poca predicación llamándonos a vivir una vida santa y piadosa, tanto internamente como externamente. Ganamos almas en el evangelismo (¡quien sabe lo que esto signifique!) y los abandonamos para que ellos vivan la vida cristiana como mejor puedan. La filosofía hoy en día es que los recién convertidos se mantengan tan ocupados en las actividades de la iglesia para que no tengan tiempo de habitar en sus pensamientos carnales y mundanos o en sus proclividades (similar a lo que los jerarcas le pidieron a Lutero que hiciera para que pudiese olvidarse de sus pecados). Hoy en día se nos dice que Dios aceptará nuestras obras en el ministerio, aun cuando no nos preocupemos por vivir una vida privada en entera consagración. Son pocos los pastores que viven tal vida consagrada, por lo tanto, son muy pocos los que exhortan a sus feligreses a vivir tal vida. Es por esto que una “falsa” perspectiva de la Seguridad Eterna es una doctrina muy popular en estos días: la gente está siempre viviendo, ya sea al borde del pecado o totalmente en pecado, mientras que todavía mantienen el deseo de ir al cielo. ¿Dónde están los hombres y mujeres piadosos hoy en día, cuyas vidas sean comparables a los gigantes espirituales de los años 1700s y 1800s? Ese caminar que agrada a Dios era la norma de la vida cristiana en aquellos años. Hoy en día, tal tipo de vida es raramente vista. ¿Por qué? Porque no hay un llamado a ello, no hay exhortación, ni siquiera una súplica para caminar una vida más elevada y profunda con Dios. A decir verdad, un hombre o mujer con tal vida espiritual, sería intimidado, ridiculizado, se murmuraría en contra de él, se le calumniaría de ser legalista, uno “más santo que tú”, y alguien que se cree mejor que los demás. Pero tal tipo de mensaje es imperativo para que estemos listos para la venida de Cristo.

Una segunda característica de Enoc, que también es una verdad maestra para nuestros días, se halla en Judas 14-15, “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicios contra todos”. Tal como Enoc, quien predicó contra la apostasía de su generación, es imperativo que nosotros confrontemos a nuestra generación con esas mismas verdades. La apostasía siempre será una defección de la verdad. La apostasía no es un término que se aplica a las sectas, al Islam o a las religiones orientales, ya que ellos nunca han estado en la verdad. Esta apostasía se refiere a la iglesia cristiana que ha conocido la verdad y ha caído de ella. Nosotros debemos tratar este asunto en nuestra predicación y enseñanza. Debemos hablar acerca de cómo la música cristiana contemporánea se ha convertido en una poderosa influencia en nuestras iglesias; y, debemos hablar de ello en las escuelas que se están entregando a los Neo-Evangélicos, quienes forman parte de la apostasía global de nuestros días. Un ministro que no predica en contra de la apostasía de sus días, es un ministro que no está en comunión con Dios.

Una tercera característica de Enoc, que también es una verdad maestra para nuestros días, concierne a su transposición. Por la “fe” Enoc fue traspuesto (Hebreos 11:5); esta es una verdad clave en el rapto del remanente de Dios al ser sacado de la iglesia institucional. “Y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que les esperan” (Hebreos 9:28). Este pasaje no se puede referir a la venida pública de Cristo de Apocalipsis 19 porque en esa venida “todo ojo le verá”. Esta es la Esperanza Bienaventurada para el remanente, la electa, la iglesia verdadera; el rapto no es para la iglesia institucional. La iglesia institucional es el núcleo mismo de la apostasía global. La venida de Cristo debe formar parte de nuestra predicación para nuestra generación.

La cuarta verdad maestra imperativa se encuentra en Mateo 25, referente a la parábola de las 10 vírgenes. Al principio de esta parábola, las 10 vírgenes salieron a recibir al esposo; ciertamente le estaban esperando. No obstante, “tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” (Mateo 25:5). Es evidente que los apóstoles y escritores del Nuevo Testamento estaban esperando que Cristo regresara en sus días. Pero Él se ha tardado alrededor de 2,000 años. Ha habido mucho cabeceo y dormitar a través de todos estos años. Sin embargo, la verdad acerca de la venida de Cristo fue grandemente avivada a mediados de los 1800s; también fue un tema clave para el primer Congreso de Fundamentalistas en los 1850s. Tal avivamiento parece haber iniciado el tiempo de la “medianoche” cuando “se oyó el clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!”. Hemos tenido un clamor de despertamientos en las últimas dos o tres generaciones de la historia de la Iglesia; nos encontramos en un tiempo en el cual hay necesidad de arreglar las lámparas, de un llamado al avivamiento, y de tener aceite adicional para la vida diaria. El aceite en la Biblia es el Espíritu Santo, y esta es la hora y la generación donde el remanente debe buscar avivamiento, arreglar sus lámparas, y procurar la provisión adicional de aceite. En muchos creyentes, esta verdad no se encuentra dentro de sus “sistemas teológicos”, y ellos tendrán que salirse de sus sistemas para poder apropiarse de ella, i.e., tendrán que ir a aquellos quienes venden tal aceite. Aunque los carismáticos se han levantado en la historia para hacernos un llamado a un falso y engañoso concepto del Espíritu Santo, hoy en día, se tiene un concepto similar dentro del Fundamentalismo. Aquellos quienes han estado predicando esta necesidad del Espíritu Santo se dan cuenta de que algo ha faltado dentro de sus sistemas teológicos. Cuando ellos han tomado esta verdad, no siempre ha sido desde una perspectiva bíblica verdadera. El avivamiento para el remanente es una verdad maestra para nuestra generación, pero no es como el avivamiento de Gales, en Inglaterra, u otros del pasado. Debe ser la lluvia tardía asignada para nuestra singular y peculiar generación, y que no puede ser duplicada de una generación previa. Aquí es donde muchos ministros están fallando; ellos están mirando hacia una generación pasada y no hacia el interior de las Sagradas Escrituras, para buscar cubrir la necesidad de la presente generación. Ahí habrá una diferencia.

Conclusión

No habrá un retorno de la Iglesia pública a los poderes del avivamiento que hubo en la iglesia de Filadelfia de los 1700s durante nuestra singular y peculiar generación. La piedad y la santidad no son ya más el pulso del corazón en un clamor por pureza. La situación se ha agravado tanto que el abandono de la fe global es permanente e irrevocable. El verdadero Cuerpo de Cristo en los últimos tiempos de los Últimos Días es llamado “el remanente”, la “electa”, y parece que se estuviera haciendo más pequeño conforme más nos aproximamos a la venida del Anticristo. Habrá un avivamiento en el verdadero remanente en esos días, pero también habrá imitaciones generadas por Satanás tratando de engañar con el “sonido” y la “apariencia” de lo que es verdadero. Hay quienes parecen discernir hoy en día los problemas en los cuales se encuentra el Fundamentalismo (i.e. la familia, los matrimonios, la carnalidad, la mundanalidad, cambios llevándose a cabo en las escuelas cristianas, y el déficit profundo de espiritualidad personal). No obstante, ellos están ofreciendo un antídoto equivocado que los está conduciendo al Arminianismo, una apariencia externa de piedad, que niega y rechaza el poder de ella misma (debido a su sistema teológico).

Todos los sistemas teológicos están fallando en esta generación. Nuestra única esperanza es que volvamos únicamente a las Escrituras, ya que ellas fueron escritas por Dios y no por un hombre que piensa que él ha visto toda la verdad— las Escrituras no son de ninguna interpretación privada (2 Pedro 1:20-21). Los sistemas teológicos sí son de interpretación privada. Ningún hombre puede decir que ha visto toda la verdad con el propósito de reclamar un sistema teológico completo y perfeccionado. ¡No hay ninguno! De ser así, podríamos detener nuestra búsqueda de la verdad con Cristo, y no buscar en las Escrituras para obtener más discernimiento para la próxima generación. No podemos volver a los años de los 1600s para encontrar nuestro “sistema”, y poder interpretar la segunda venida, pues aquel no era el tiempo de Dios para revelar esta verdad en aquellos años como la verdad maestra. Por lo tanto, con todo respeto para los hombre de aquellos años, a ellos les faltará tener el discernimiento necesario para la verdad maestra de la siguiente generación. Simplemente no era el tiempo de Dios revelar tal verdad. La Revelación de la Biblia vino de Dios en la historia en un periodo de 1,656 años a través de 40 a 44 escritores; llegó progresivamente. Cuando nosotros venimos a Cristo, no vemos toda la verdad en ese momento; viene a nosotros progresivamente a través de los años en los cuales crecemos en esa luz. Es exactamente lo mismo en el desarrollo del discernimiento para el remanente de Dios en la historia; este discernimiento ha sido presentado de acuerdo a cada generación. Cada generación tendrá que discernir más verdad o tendrá que rechazarla. El discernimiento más profundo de la verdad podrá presentarse en la última generación del remanente, justo antes de la venida secreta de Cristo por los Suyos.

No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis (Juan 14:3)

Es en mi singular y peculiar generación en la cual yo debo hacer la voluntad de Dios, debo predicar la Palabra de Dios, con anticipación de Su venida y el tomar mi persona a Él mismo. Que el Señor le permita al predicador del remanente ver su generación y la voluntad de Dios para su vida. Que esto también sea una realidad en la vida de todo aquel que forme parte del verdadero remanente en estos días del inmenso abandono de la fe.