Volumen 37 | Número 3 | Mayo/Junio 2009

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Renovando Nuestra Lealtad a Cristo y a Las Escrituras


By Dr. H. T. Spence

Han existido ciertas generaciones en la historia, donde la piedad y hambre por la espiritualidad han permeado la atmósfera de la sociedad. Esto fue evidente cuando los grandes despertamientos estaban en su plenitud y los avivamientos barrían comunidades enteras. Tal tipo de atmósfera permitía vivir mejor, predicar correctamente, y defender lo que era correcto. Hace algunos años un amigo me mostró un periódico original de Gales, impreso durante el avivamiento de Welsh (Gales) a la vuelta del siglo XX. En tal periódico, en la segunda página de cada día se publicaba un mapa grande sombreado del país de Gales para mostrar la extensión del avivamiento a través de todo el país. Para el tiempo en el cual el movimiento de Dios se llevó a cabo su impacto en tal país, logró que todas las tabernas fueran cerradas. Si, entonces hubiese sido muy fácil saber lo que era caminar espiritualmente con Dios, y predicar pública y libremente acerca de Su Palabra.

En contraste, han existido otras generaciones las cuales en las secuelas inmediatas del llamado de Dios a un avivamiento o a un despertamiento, la gente deliberadamente entra en una apatía espiritual paralizada.

A través de la historia, surgen algunas generaciones en cuyas sociedades de clima inmoral la impiedad es desenfrenada. Es con frecuencia muy difícil para el cristiano, vivir correctamente en tales circunstancias; una timidez cada vez más profunda es una marca en el corazón, y los profetas tienen la tendencia de ir a esconderse. Dentro de una mina, en medio del exceso del ácido carbónico o del dióxido de carbón, las lámparas de aceite arden tenuemente. De manera similar, cuando la moral y la atmósfera espiritual de una nación es consumida con la impiedad y compromiso espiritual, es más difícil mantener el resplandor de una vida piadosa y de un testimonio público del Salvador. Por ello es que es más difícil vivir para Dios; por ello es que es más difícil ponerse de pie para defender la verdad.

El Ambiente Ha Cambiado

Desde la perspectiva del ambiente de hoy en día, el mundo no es tan tolerante para el cristiano verdadero como lo era hace algunas décadas. En algún tiempo existía una simpatía moral hacia el vivir correctamente, hacia el carácter moral, hacia el hecho de tener una Biblia, hacia el creer en Dios, y hacia el escuchar el evangelio predicado con claridad con respecto de una vida mejor. Ahora, el ambiente en todo el mundo ha cambiado, aun en la civilización occidental. El mundo secular ya no se identifica con Dios; esto ha producido verdadero “secularismo” el cual niega todo concepto de Dios o de Su Palabra. La Verdad no solo se ignora, sino también se odia y se desprecia. Aquello que se sabe es verdadero es confrontado, simplemente por el odio a la verdad. El ambiente del odio del mundo por lo correcto, por la moral, y por la verdad, está siendo alimentado especialmente por prominentes estrellas de rock. Ellos alardean su total decadencia y su concepto anti-Dios descaradamente en el rostro de la decencia moral y del concepto bíblico de Dios. Esto ha sido engrandecido debido a la postura anti-judeo-cristiana que la presente Administración en Washington ha tomado. No sólo la sodomía ha sido aceptada legalmente, sino que también está siendo restregada en la cara del Cristianismo. La identificación pública de la Biblia en los Estados Unidos ha desaparecido; se han eliminado los Diez Mandamientos de las paredes de las cortes judiciales. En su lugar, los actos vulgares de Madonna en el escenario se han convertido en el arte popular de la sociedad; Harry Potter ha arrastrado a la próxima generación hacia el mundo del ocultismo como una alternativa diferente a Dios; y la sodomía continua atacando agresivamente el precioso y sagrado estado del matrimonio. Si, es cierto, el clima de aceptación de Dios ha cambiado drásticamente en tan solo pocos años.

A la luz de estos cambios drásticos, otras áreas de vida común han cam-biado también. La civilización del occidente ha llegado al punto de odiar la ética de trabajo, el carácter moral, el vivir correctamente, la modestia en el vestir, y a los hijos obedientes. Ha llegado al punto de aborrecer el pensar sana y razonablemente, no solo para menospreciar la manera correcta de vivir, sino también para destruir su misma existencia.

Debido a que la apostasía ha conquistado todos los compartimentos de la vida natural, se ha convertido en una época difícil para el hombre para poder vivir correctamente, para preservar el matrimonio, para educar a los hijos, para tener un empleo honesto, y para desear amar a Dios. Todo en la sociedad se ha vuelto agresivamente en contra de estos preciosos privilegios, los cuales fueron codiciados en alguna época. Desde la perspectiva natural, no existe la manera de salirse del lodazal inmoral del hombre. Su inmundicia y hediondez están progresivamente empeorando; debido a esto—desde el punto de vista del mundo—ya no conviene ser moral.

El Mundo Odia al Cristiano Verdadero

Lo que esperamos del mundo es odio. “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 10:22). Juan 16:33 declara, “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Inmediatamente después de este versículo, Juan 17 nos muestra a Cristo orando al Padre, no para que lo quitara del mundo, sino para que los guardara del mal que hay en el mundo y su sistema.

Querido cristiano, se va a hacer más difícil vivir en este mundo, será más difícil orar en este mundo, será más difícil vivir por Cristo en este mundo. No espere que este mundo le permita vivir fácilmente una vida cristiana. Está creciendo el número de cristianos alejados de Dios; la apatía y una vida cristiana no-agresiva espiritualmente se han convertido en la norma de las iglesias. Estos no son tiempos para ser cobardes, para huir, para renunciar, para crecer en frialdad, para abandonar al pueblo de Dios, o para amar este mundo. Estos son tiempos para orar por una renovación de su lealtad a Cristo y a las Escrituras. Estos son tiempos de tomar una postura de defensa por Cristo en un mundo maligno del cual, su odio se intensifica cada día en contra nuestra.

Debemos superar el enfoque de un cristianismo no-ofensivo. No piense acerca de los cristianos como simplemente “pequeños corderitos” siendo llevados por Cristo en Sus hombros en la tranquilidad de la vida. En Romanos 8:36 leemos, “Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero”. Cristo advirtió a Sus discípulos al mandarles en su ministerio, “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Los tiempos han empeorado desde que Cristo dio esta advertencia. Este mundo está a punto de dar a luz al “hombre de pecado”; serán los peores días. Sin embargo, ¡estos son los días en los cuales debemos renovar nuestra lealtad al Cristo y a las Escrituras!

Los Poderes del Cristianismo Apóstata

No solo se ha intensificado la dificultad de vivir para Cristo y Su Palabra en este mundo, sino que también existe el abandono global de la fe en el Cristianismo. Aunque el cristiano siempre ha esperado oposición por parte del mundo, ¿acaso la iglesia institucional debe hacer igualmente difícil que el Cristiano viva para Dios?

Existe un paralelismo sorprendente entre el libro de Malaquías y la época de la Iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:14-22) en la cual vivimos. El mensaje de Malaquías, el último de los libros del Antiguo Testamento, fue abrumadoramente condenatorio. Malaquías se halla en las secuelas del regreso del remanente a Jerusalén Junto con Zorobabel, y después, los regresos de Esdras y Nehemías. Es evidente que los movimientos de avivamiento de Dios y la sensibilidad a la predicación de Hageo, Zacarías, Esdras, y Nehemías ya habían pasado. Una de las grandes y obvias realidades acerca del pueblo de Dios durante los días de Malaquías era que ellos también se hallaban en los “últimos tiempos” del Antiguo Testamento. Ellos no solamente fueron atrapados por los poderes de insensibilidad hacia Jehová, sino que también fueron insensibles a su iniquidad delante del rostro de Jehová. Esta falta de sensibilidad había alcanzado la cúspide cuando el profeta colocó sus pecados en contra de Dios delante de sus conciencias, ellos no miraban el daño en tales pecados. Los siete “¿En qués?” se convierten en la prueba de tal insensibilidad (Mal. 1:2, 6-7; 2:17; 3:7-8, 13). Ya no había sensibilidad para las cosas de Dios, para el pecado, y tampoco para poder entender sus fallas y pecados. ¡Se había ido! Malaquías fue la última voz profética en vísperas de la Primera Venida de Cristo.

Querido cristiano, este es nuestro día y tiempo en la última época de la Iglesia según se menciona en Apocalipsis—Laodicea. ¿Cuál es la palabra y mensaje predicados en vísperas de la Segunda Venida de Cristo? Es la misma que era en vísperas de la Primer venida. Cuando Malaquías les dijo sus errores, ellos clamaron con insensibilidad, ”¿En qué hemos hecho esto”? La tibieza de los últimos tiempos antes de la Venida de Cristo se expone en Apocalipsis 3:17: “Porque tú [continuamente] dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad [carencia, escasez] ; y no sabes [percepción] que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.

Esta tragedia es mayor que la tragedia del mundo; el mundo no ha conocido a Dios, pero la iglesia sí. Existen dos clases de predicadores hoy en día: los “predicadores eclesiásticos” y los “predicadores de Dios”. Los predicadores de Dios están clamando las palabras de Cristo para esta generación.

Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas (Apocalipsis 3:18).

Esta trilogía de necesidades debe ser siempre el clamor en un tiempo en el cual la iglesia no se da cuenta cuán deplorable se ha convertido a la vista de Dios.

Nuestra época de la iglesia llegó inmediatamente después del movimiento más grande de Dios entre los 1700’s y los 1800’s. La sensibilidad hacia Dios era el constante latir de la predicación que animaba a otros a ser sensibles para con el Señor. La época actual en la cual vivimos ha dejado el concepto de la Verdad; esta época mira el Cristianismo desde el punto de vista físico, y no tiene conocimiento de lo espiritual. Donde no haya conocimiento de lo espiritual, entonces no habrá reverencia hacia Dios. Aunque esperamos insensibilidad e irreverencia por parte del mundo, estas se han convertido en la norma del pueblo profesante de Dios.

Esta abundante insensibilidad del Cristianismo profesante es lo que hará más difícil en nuestra generación vivir una vida cristiana, predicar la verdad, y tomar una posición de defensa de la fe y la verdad. Como en los días de Amós, Dios ha continuado levantando gente joven a través de llamamientos celestiales que el Señor les da. Ahora estamos siendo testigos de una influencia poderosa de los líderes eclesiásticos acallando tanto el corazón como el mensaje de aquellos que alguna vez fueron llamados.

Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel? Mas vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo: No profeticéis (Amós 2:11-12).

He conocido a un número de hombres quienes en sus inicios fueron fuertes en su predicación así como en su “voto nazareo” acerca de la separación bíblica del mundo, de la apostasía, y por supuesto, claramente hacia Cristo y Su Palabra. Sin embargo, a través de pocos años las presiones han sido tan enormes que simplemente por el hecho de sobrevivir siendo aceptados por los demás, han tenido que rendirse a la “rectitud religiosa”.

Si, estos son días intensos de ordenar a los profetas que “no profeticen” y de forzar a los Nazareos a beber el vino del compromiso. Es triste escuchar a líderes orando para que el Señor llame a jóvenes a Su ministerio, y después, darse la vuelta y reprender a esos jóvenes llamados por predicar “así ha dicho el Señor”. Cuán diferentes se han convertido los tiempos aun en el Fundamentalismo.

Se pueden observar cambios similares en el bellísimo Cantar de los Cantares. En Cantares 3:3-4 los guardas vivían en comunión con Dios y fueron capaces de decirle a la Sulamita donde encontrar a su Amado:

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? Apenas hube pasado de ellos un poco, hallé luego al que ama mi alma; lo así, y no lo dejé.

Después, en Cantares 5:7 leemos:

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

Esta es la reacción de la iglesia en estos días para aquel cristiano que está hambriento y sediento por una vida espiritual y santificada delante del Señor. Es raro encontrar una iglesia o un pastor en estos días que sea sensible a Dios, a las cosas de Dios, a una caminar personal e íntimo con Dios, y que se pare firme defendiendo de la fe en Cristo. La iglesia, sus líderes, y sus maestros están haciendo más difícil el poder vivir para Dios, el poder predicar todo el consejo de Su Palabra, y el pararse firme por esa misma Palabra.

Esta es la hora en la cual debemos renovar nuestra lealtad con Cristo y con las Escrituras. El profeta Malaquías reconoció que en medio de un pueblo insensible, ahí había un remanente sensible. Malaquías 3:16 dice lo siguiente en medio de una extensa insensibilidad hacia la verdad de Dios, y hacia un vivir correctamente:

Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.

Este remanente quizá haya reprendido la insensibilidad de los habladores impíos y advirtió a otros en contra de ellos (esto es ciertamente cierto acerca de Enoc según Judas 14-15). Aun en Apocalipsis 3:21-22 el vencedor escucha lo que el Espíritu dice a las Iglesias. La mayoría de la gente dentro de las iglesias no están escuchando lo que la verdadera Cabeza está diciendo. La comunión y sensibilidad es algo que conocen muy pocos en esta época de la Iglesia (Apocalipsis 3:20-21).

En el Salmo 12 David despliega su queja delante del Señor con respecto a la traición de su Época. El Talmud revela que este Salmo fue escrito en los días cuando Saúl perseguía a David. Es un Salmo de buenos deseos en tiempos malos. Es evidente al leer el Salmo que esos eran días difíciles: cuando los piadosos, los hombres fieles eran cada vez más escasos; tiempos en los cuales los hombres malos abundan tomando ocasión en contra de los pocos fieles y en contra de Dios. EL salmista mira con preocupación y aflicción sobre este oscuro y desesperante ambiente. Las pruebas mencionadas en este Salmo no es que sean personales, sino son aquellas sentidas por el pueblo de Dios debido a la degeneración de la Época.

En el Salmo 12, David menciona seis características que se encuentran en estos tiempos en la sociedad:

  • La escasez de los hombres piadosos y fieles—12:1
  • Hombres malos en poder y posición de autoridad—12:8
  • Falsedad y falta de fe—12:2
  • Orgullo—12:3
  • Jactancia vanagloriosa y auto-afirmación—12:4
  • Opresión de los justos—12:5

Cuando la maldad y el compromiso abundan en una nación, una iglesia, o en un movimiento honorable de Dios, será tiempo de que los fieles y piadosos den un paso al frente. En tales tiempos Elías y Jeremías, y otros más que vivieron, lloraron, gimieron, y oraron.

El camino en el cual el mundo se dirige ofrece únicamente dolor y desconcierto al cristiano. Sin embargo, se observa el más grande dolor y desconcierto dentro de la iglesia, si, aun dentro del Fundamentalismo. El mundo es perverso y será aun peor en su intimidación hacia el cristiano; extrañamente, esta intimidación vendrá más de parte de los líderes de la iglesia y de hermanos de la congregación.

Conclusión

Con frecuencia sentimos los poderes y fuerzas opresivas de esta época, así como también la tibieza de la Época de la Iglesia, causando sutilmente un deslizamiento hacia nuestras vidas a través del cual temerosa y tímidamente vivimos para el Señor, defendemos la Verdad, y predicamos dicha Verdad. Esta es indiscutiblemente la hora cuando el remanente necesita dar un paso al frente y renovar su lealtad con Cristo y con las Escrituras.

Uno de los medios importantes para esta renovación se encuentra en Romanos 12:2: es la negación a ser conformado a la época de este mundo, y en el conocer momento a momento la renovación de nuestra mente. Esto significa que existe la necesidad de un ajuste constante de la visión moral y espiritual que tanto el mundo como la iglesia institucional están dañando. De igual manera, debe existir el ajuste constante en nuestra manera de pensar hacia la mente de Dios y Su Palabra. En Tito 3:5 leemos acerca de la necesidad, en tiempo presente continuo, de la renovación del Espíritu Santo—no tanto un otorgamiento fresco del Espíritu, sino una renovación de Su poder. Estos días, verdaderamente traen énfasis sobre la necesidad de una renovación constante del Espíritu de Dios que mora dentro de nosotros.

En estos días cuando la iglesia está llena de una multitud mezclada del hombre natural y del hombre carnal, días en los cuales la iglesia esta cayendo en la lascivia, cuando ellos claman como el Israel de antaño, “y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Números 11:6), que Dios nos conceda un amor continuamente intenso por el Cristo-maná. El clamor hoy en día es “¡Quién nos diera a comer carne!” (Números 11:4b). Para tal clamor existen multitudes de predicadores mundanos y maestros quienes se han levantado para dar “carne” al carnal, al mundano, a aquellos que han volteado sus corazones de la verdad. Tales predicadores y maestros le han dado a la iglesia sus estilos carnales de música contemporánea, de manifestaciones emocionalistas en la carne, de mundanalidad, los cuales son ahora aceptados y permitidos para el cristiano, además de una definición más amplia y general.

El gran Reformador Martín Lutero declaró lo siguiente en medio de la intensidad de la Reforma:

Si yo profesara con voz elevada y con claridad de exposición cada porción de la verdad de Dios, excepto precisamente ese pequeño punto el cual el mundo y el Diablo están atacando, entonces no estoy profesando a Cristo. Donde la batalla ruge, ahí la lealtad del soldado es probada, y aun si se permanece firme sobre todo el campo de batalla, es una huída y desgracia el que él se estremezca en ese punto.

Que Dios nos habilite en tales días para dar un paso al frente y renovar nuestra lealtad con Su Hijo y con las Escrituras. Que pueda haber una fidelidad, una lealtad, una constancia, una labor, y una obligación—para con Cristo y Sus Escrituras. Cualquier otra cosa es traición, rebelión, y resistencia que verdaderamente resultará en las palabras concluyentes de Mateo 7:21-23, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.