Volumen 38 | Número 2 | Marzo/Abril 2010

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El Llamado a un Caminar Cristiano: Juan 16:4 y Efesios 4:1


By Dr. H. T. Spence

Cada uno de los siete Yo Soy mencionado en el Evangelio según San Juan nos ofrece una percepción única acerca de Jesucristo. Cuán grandes campos de verdad son abiertos para nosotros en esas siete declaraciones con respecto a Quién es Él y Qué es Él: “Yo soy el Pan de Vida”, “Yo soy la Luz del Mundo”, “Yo soy la Puerta”, “Yo soy el Buen Pastor”, “Yo soy la Resurrección y la Vida”, “Yo soy la Vid Verdadera”, y “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”.

Yo Soy el Camino

Comenzamos tomando el pasaje de Juan 14:6, donde Jesús anunció en víspera de ser traicionado, “Yo soy el Camino”. La palabra Griega para camino significa una “carretera” ó aquel “sendero habitual o recorrido de viaje”. Dentro del contexto de Juan 14, Jesús se declara a sí mismo ser el camino al Padre y que ningún hombre puede venir al Padre si no es por Él. Hebreos 9 nos dice que a través de Su propia sangre Jesucristo entró al Lugar Santísimo; Él hizo posible el camino al cielo, y nosotros debemos Seguirlo.

“Camino” en la Biblia se presenta también como una ruta de viaje en la conducta humana, la manera de vida en la cual la persona vive. A través del ejemplo y doctrina de Cristo, Él nos enseña nuestros deberes, y del mismo modo Él es el Camino. En Cristo, Dios y el hombre se encuentran y son traídos a una unión. El hombre, habiendo perdido su derecho al Árbol de la Vida en el jardín del Edén, Dios proveyó otro camino para poder llegar a Él. Cristo se convierte en el Camino o la Ruta para llegar al cielo. Como Juan 15:1 lo declara, Él es la escalera que está colocada y mantenida entre el cielo y la tierra: los ángeles de Dios ascienden y descienden sobre Él; nuestras oraciones llegan a Dios, y Sus bendiciones vienen a nosotros a través de Cristo. Si, Jesucristo es el Camino, la ruta, y el curso de viaje cada momento del día para el cristiano.

En el Libro de los Hechos, “el Camino” fue uno de los primeros nombres que se le dio al Cristianismo. En Hechos 9:2, Saulo (Pablo) fue enviado a perseguir a todas las personas que pertenecieran al Camino. En Hechos 18:25, Apolos fue instruido en el camino del Señor. En Hechos 19:9, en Éfeso estaban aquellos que maldecían el Camino. También en Éfeso (19:23), “Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino”. En Hechos 22:4, Pablo habla de sus persecuciones sobre la gente de este Camino. En Hechos 24:22 leemos que Félix escuchó estas cosas, “estando bien informado de este Camino”.

Aun así, la Biblia hablaría de un profundizar en el Camino, tal como en Hechos 18:26, cuando Aquila y Priscila “le expusieron más exactamente (a Apolos) el camino de Dios”, o más completo o totalmente. Apolos era un hombre salvo, pero vino predicando únicamente el mensaje de Juan el Bautista. Pablo deja en claro en Hechos 19:4 que este mensaje del Bautismo era el Nuevo Nacimiento. Aun así, Apolos no conocía las verdades más profundas acerca del “Camino”. Estos esposos llevaron a Apolos a un entendimiento más profundo acerca “del Camino”. En 1 Corintios 12:31 Pablo escribió, después de presentar los dones del Espíritu: “Mas yo os muestro un camino aun más excelente”, un camino incomparable, un camino dentro del camino. Isaías 35:8 nos habla de un camino dentro del camino, o un camino “más elevado”, este camino elevado es el Camino de Santidad. ¡Si, un camino en medio del camino!

Lo que hemos observado hasta este punto, es que Jesucristo, en nuestro Nuevo Nacimiento, se convierte en la calzada, o el camino por el cual viajamos. Él está dentro de nosotros; Él es nuestra garantía; y de igual modo, Él también es nuestra vía, nuestra calzada habitual, o el curso por el cual viajar desde aquí hasta que lleguemos al cielo. Jesucristo es la Calzada, es el Camino. A la luz de esta verdad, una palabra prominente en relación a nuestra vida con Él, en Él, sobre Él, con Dios, es la palabra clásica caminar. Yo debo saber cómo caminar sobre la calzada, sobre el camino; yo debo ser hallado en el camino, caminando cada momento del día no tan solo con Él sino también en Él.

El Caminar Sobre el Camino

En al Antiguo Testamento, cada uno de los términos hebreos para caminar tiene el entendido de “ir” ó “progresar”. Algunas veces, el contexto implica caminar asiduamente, con perseverancia, cuidadosamente, deliberadamente, tal como el caso de Enoc quien “caminó” con Dios.

En el Nuevo Testamento, ciertamente vemos un caminar físico. Los escritos de los cuatro Evangelios presenta a Cristo caminando de un lugar a otro. Con excepción de Hechos 21:21, el resto del Libro de los Hechos se refiere siempre al caminar como un ejercicio físico.

En ocasiones, el entendimiento griego de la palabra “caminar”, se refiere a todo el camino de las actividades de una vida en particular; note al no-regenerado según Efesios 2:2, quien caminó siguiendo la corriente de este mundo. En Isaías 53:6 leemos que: “cada cual se apartó por su propio camino”, o que nosotros le dimos forma a nuestro propio camino de viaje antes de ser hallados por Cristo. Al tiempo que crecemos alejados de Dios, aquello que nos alimenta, lo que escuchamos, lo que vemos, lo que pensamos, y cada acto de pecado que cometamos, todo ello contribuirá a “nuestros caminos”. Todas esas elecciones son mezcladas con nuestra propia contaminación de pecado para crear “nuestro peculiar camino”. Con el tiempo, cada hijo manifestará “sus caminos”. ¡Oh, el producto de habernos alimentado a través de los años al habernos vuelto a nuestro propio camino de pecado, nuestra mezcla peculiar de pecado! “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. Tales caminos encuentran el modo de volver atrás hacia nosotros, esos trayectos de pecado que hemos hecho. Si no somos cuidadosos, nuestro corazón tendrá la tendencia de volverse atrás a sus antiguos y desgastados caminos.

En Colosenses 2:6 se le advierte al creyente: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”. De acuerdo a Romanos 6:4, nosotros como cristianos debemos de “andar no conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. En 2 Tesalonicenses 3:6 Pablo condenó a aquellos que andaban “desordenadamente”. Pero dentro de este precioso y maravilloso sendero, el camino de Cristo, encontraremos otros ingredientes. Nosotros debemos caminar en luz, verdad, y amor, los cuales son parte del camino de Cristo.

El caminar debe ser el aspecto más constante de la vida Cristiana. En ocasiones, somos exhortados a “ponernos de pie en posición de defensa para pelear”, y aun para “correr”. Pero la mayoría de las veces, simplemente vamos caminando, andando, progresivamente, con diligencia, deliberadamente, y perseverantemente.

¿Qué Significa Caminar el Camino?

Esta es una pregunta muy importante que debemos hacer en nuestros días cuando parece ser que todo mundo habla acerca de Jesús como el “Camino”, mientras es evidente que dicho camino solo se camina un poco. ¿Qué es caminar con Dios, en Cristo, consistentemente, perseverantemente, andando una y otra vez dentro del sendero?

El caminar con Dios comienza en la vida de la persona cuando varias obras de Dios se han llevado a cabo en el corazón humano. Debo recordar que es “mi caminar” con Dios lo más importante. Otros, pueden estar con nosotros, para animarnos; pero cuando nos referimos a caminar, lo que importa son el corazón interno y la mente. Es ese campo donde los afectos y pensamientos vienen juntos en nuestra relación con Cristo en el camino y sobre el camino. Un esposo no puede llevar a cabo tal caminar en lugar de su esposa, y tampoco la esposa puede hacerlo en lugar del esposo. Los padres no pueden llevarlo a cabo en lugar de sus hijos, ni viceversa. Cada uno debe encontrar el camino para ellos mismos y caminarlo por ellos mismos.

Notemos las palabras de Mateo 7:13, 14:

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

¿A qué se refiere el camino “angosto”? Es el camino que ha sido comprimido; es un lugar apretado, entre rocas elevadas. ¿Qué es el caminar con Cristo, con Dios, y qué significa esto? Existen varias marcas en el caminar con Dios que son evidentes:

1. El caminar con Dios significa que hemos sido reconciliados. En Amós 3:3 se nos pregunta, “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” La naturaleza de mi vida ha sido cambiada, y he sido llevado a una armonía con Dios. Dios no ha sido conformado al hombre, sino el hombre ha sido conformado a Dios. Si, el caminar con Dios significa que hemos sido reconciliados con Él.

2. El caminar con Dios implica una correspondencia de la naturaleza. La luz no tiene comunión con las tinieblas. Ningún pecador puede caminar con Dios. Es el pecado lo que nos separa de Dios. Cuando Adán pecó, se escondió de la presencia de Jehová entre los árboles del huerto. Un caminar con Dios es una prueba de que el pecado ha sido colocado lejos.

3. El caminar con Dios implica que existe una correcta actitud moral. Dios no camina fuera del camino de la santidad. El caminar con Dios significa que nosotros cesamos de andar nuestros caminos, que nosotros abandonamos el camino del mundo. Significa que hemos sido hechos aptos a través de la santidad de Dios, para caminar con Él.

4. El caminar con Dios significa rendir nuestra voluntad. Dios no forzará Su presencia a nadie. Se nos dice que Jesucristo (Hebreos 10:7 y proféticamente en Salmos 40:8) vino a hacer la voluntad del Padre y que Él se deleitó en llevar a cabo tal voluntad. Debe existir una disposición y prontitud de nuestra parte para tomar Su yugo sobre nosotros (Mateo 11:29). Dios no fuerza estas cosas sobre nosotros, pero el tomar el yugo de Cristo sobre nosotros nos habilita a llevar a cabo lo que Dios quiere que nosotros hagamos, y que lo hagamos con una disposición correcta.

5. El caminar con Dios implica comunión espiritual. La palabra caminar implica un progreso continuo. No es una carrera, un salto, una racha acelerada, sino un continuo y firme caminar in dirección hacia adelante. Es el crecimiento en la gracia.

6. El caminar con Dios implica crecimiento en el conocimiento de Dios. Mientras que una cosa es hablar acerca de Dios o razonar acerca de Dios, otra cosa es conocer a Dios. Esto es el lado práctico y experimental de la vida Cristiana. Si nosotros vamos a conocer a Dios, entonces debemos caminar con Él; entre más caminemos con Él, más profundo será nuestro conocimiento de Dios.

7. El caminar con Dios trae como consecuencia un profundo gozo y paz. La vida de una persona cuando camina con Dios será una vida de felicidad y de gozo. ¿Cómo podemos ser nosotros miserables y sombríos con tal compañía como la de nuestro Amado Señor?

8. El caminar con Dios nos asegura protección. “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Nada puede dañar al hombre que tiene al Señor nuestro Dios a su mano derecha.

9. El caminar con Dios trae como consecuencia el testificar para Dios. Antes que podamos testificar acerca de Dios, debemos caminar con Dios. Debe existir algo que preceda al servicio: la gran carencia en el evangelismo moderno es una vida personal y abundante que se obtiene en el caminar con Dios. Jesús, aun al Diablo le declaró cuál debía ser el orden correcto: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). Debe existir una verdadera adoración a Dios antes que podamos servir a Dios.

Conclusión

Gracias a Dios hemos encontrado “el Camino” en Cristo Jesús nuestro Señor. Habiéndolo hallado, ahora debemos “caminar” el Sendero. El Apóstol Pablo exhortó a los Efesios, “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (4:1). Él le dijo a los Colosenses “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (1:10). En su primera epístola a los Tesalonicenses, los urge a “y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y Gloria” (2:12).

Una cosa es encontrar “el Camino”; otra cosa será caminar “el Camino”. ¡Este es el aspecto en el cual el Cristianismo en nuestra generación ha fallado! Muchos no saben cómo caminar el camino. Que el Señor sea el Sendero en el cual viajamos; que el Señor nos habilite para caminar el camino correctamente, ¡para Su honra y gloria!