Volumen 38 | Número 3 | Mayo/Junio 2010

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Post Fundamentalismo—2da. Parte
La Iglesia de los Últimos-Tiempos y Su Rechazo a Jesucristo


By Dr. H. T. Spence

Al hablar acerca de las siete pequeñas epístolas de Apocalipsis 2 y 3, es importante reconocer de manera cuidadosa que las epístolas están dirigidas, no a las iglesias, sino al “ángel” de cada iglesia. La palabra ángel literalmente significa “mensajero”. Estos mensajeros son siete estrellas en la mano derecha de Cristo según Apocalipsis 1:16, 20, y Apocalipsis 2:1. Cuando Apocalipsis 1:11 declara, “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia”, las iglesias son mencionadas como recipientes de tales mensajes. Cristo hace mención entre las iglesias (los candeleros) y los mensajeros de tales iglesias (las estrellas en Su mano derecha). Notemos que en cada uno de los saludos en las epístolas, Cristo procede a declarar “al ángel de la iglesia en. . . ” Después del saludo, Cristo procede a declarar, “yo conozco tus obras”, etc. Es como si estuviese escribiendo de manera específica al pastor de cada iglesia más que a la iglesia misma. ¿Eran los pastores el problema que conducía a los problemas de cada iglesia en particular? ¿Acaso la carga espiritual de la Cabeza de la Iglesia fue únicamente dirigida al pastor, como una declaración de su vida y ministerio personal? ¿Acaso fue dirigida al verdadero mensajero y el mensaje era el cual él debía predicar a su iglesia? ¿O también fue dirigido al pastor de la Era de la Iglesia?

El enfoque democrático del gobierno de la iglesia centra todo el poder dentro de la membresía de la congregación haciendo la posición ministerial nada más que otro miembro del cuerpo de la iglesia. En contraste, la Biblia nos revela que los ministros tienen una relación con Cristo, la cual no tienen miembros ordinarios de la iglesia. Ellos participan directamente de la autoridad de Cristo, son responsables directamente con Él, y son sostenidos por Su mano derecha, más allá del poder del hombre o ángeles espirituales que los desplacen. Cristo los considera como preciosos, como lo más estimado. ¡Ellos son Sus mensajeros! ¡Ellos habrán de hablar lo que sea necesario en sus generaciones! ¡Ellos son parte de un grupo de estrellas quienes a través de los siglos han sido las voces para las Eras de la Iglesia para sus contemporáneos! ¡Si, querido predicador, esta es su Era de la Iglesia! ¡Esta es mi Era de la Iglesia! Tal como el Señor me ha señalado a mí para ser Su mensajero en esta iglesia (Foundations Bible Collegiate Church), me ha señalado como un mensajero para esta Era de la Iglesia, y del mismo modo Él lo ha escogido a usted para su iglesia local para esta Era de la Iglesia.

Esta es la última Era de la Iglesia; Cristo está de pie fuera de la puerta (el corazón); pero del mismo modo, Él también está de pie fuera de la Iglesia. Pronto habrá otra puerta que será abierta; es la puerta que nos guiará a los aires, el rapto. ¡No puedo ser engañado por mi Era contemporánea, y tampoco puedo ser engañado por la Era de la Iglesia en la cual vivo! Las cosas externamente pueden parecer estar bien y de manera próspera con radio, televisión, Internet, satélites, misioneros, y dinero abundando para poder comprar, construir, enseñar, vivir, crecer. No obstante, internamente, la Iglesia se encuentra en el estado de mayor lástima a largo de toda su existencia. Se encuentra en su estado más miserable, en la hora más grande de su pobreza, y como mensajero fiel, ¡Debo verlo y predicarlo! Con cuánta frecuencia buenas iglesias son arrastradas lejos de la Verdad hacia lo contemporáneo debido a que el pastor-maestro se enamoró de lo contemporáneo. Al paso del tiempo, la iglesia de dicho pastor se convierte en lo que él es. Si el pastor es tibio, eventualmente la iglesia se convertirá en una iglesia tibia. Mi padre terrenal, con frecuencia les decía a sus alumnos que una iglesia nunca se levantará de manera más elevada espiritualmente hablando, que el nivel de espiritualidad de su pastor.

Los Poderes de la Tibieza

En Apocalipsis 3:16, Cristo declaró que la última iglesia era “tibia”. La palabra griega para tibia aparece únicamente en este versículo de todo el Nuevo Testamento. Esta palabra griega chliaros se refiere a “agua tibia”. En este versículo, Cristo se refiere a tres diferentes estados espirituales: un estado de frialdad, un estado caliente o fervor, y un estado de tibieza.

Existen en el mundo aquellos que están fríos en las cosas de Cristo; esto es, el Evangelio los deja totalmente impasibles, sin ocasionar ningún interés o fervor espiritual. Este era nuestro estado antes de ser ganados para Cristo a través del Evangelio. En nuestro previo estado de frialdad, no teníamos ninguna evidencia de gracia o de salvación. En contraste, aquellos que son descritos como calientes son quienes muestran un genuino fervor espiritual y no dejan duda alguna con respecto a la presencia de la vida eterna, el poder santificador de Cristo, y la presencia del Espíritu Santo; estos tienen verdaderamente un testimonio lleno de fervor.

La transición normal para una verdadera conversión es de un estado de frialdad inmediatamente a un estado de fervor espiritual. El apóstol Pablo fue un hombre quien inmediatamente fue desde una frialdad hasta un fervor en su pasión por Cristo. El hombre de Gadara es otro ejemplo; después de ser liberado de los demonios, fue hallado sano, vestido, en su cabal juicio, a los pies de Jesús, con el deseo de seguirle en Su ministerio. Esta es la manera en la cual una verdadera obra de Dios se lleva a cabo: de lo frío a lo caliente.

El tercer estado es el de tibieza, el cual caracteriza a la Iglesia de Laodicea. Este estado se refiere a aquellos quienes han manifestado algún interés en las cosas de Dios. Quizá sean cristianos profesantes quienes asisten a la iglesia, y aun así, se han quedado muy lejos de dar un verdadero testimonio cristiano; sus actitudes y acciones originan preguntas con respecto a la realidad de una verdadera vida espiritual. Esta tibieza podría ser manifestada en sus actitudes, espíritu, en su vestir, en sus oraciones, en su falta de lectura de la Biblia, etc. Simplemente no existe el fervor por Dios que debería haber. Ellos han sido tocados por algún concepto del Evangelio, pero no existe claridad respecto de si en verdad pertenecen a Cristo. Esta clase de espíritu declara: “Ya que físicamente soy rico, eso es la evidencia de que soy rico espiritualmente”. Lo físico se convierte en el comentario de lo espiritual para la Iglesia de Laodicea. Oh querido lector, nunca debemos creer que las riquezas y una apariencia sana de nuestras iglesias sean la evidencia de una relación espiritual con Dios. Es raro que una persona con mucho dinero sea espiritual; no obstante, han existido algunos individuos en la historia cuyas vidas se han elevado por encima de sus riquezas. Pablo nos advirtió en 1 Timoteo 6:9-11 acerca de los poderes que las riquezas y el dinero ejercen sobre el hombre. De acuerdo a Mateo 13:22, las riquezas producen ceguera; ellas hayan la manera de adormecer tanto a la persona como a la iglesia misma dentro de un sueño espiritual.

En Apocalipsis 3:17, la Cabeza de la Iglesia declara con palabras enfáticas según la gramática griega, “tu eres el que es un desventurado”, o “¡tu, quien presumes, eres el miserable, eres pobre (absoluta pobreza espiritual), eres ciego!” Esta falta de percepción y discernimiento acerca de su condición es debido a su auto-complacencia. La iglesia tiene su vista sobre otros aspectos (las riquezas y lo que ellas producen) se convence a sí misma de que aquellas otras cosas (desventura, miseria, pobreza, ceguera, y desnudez) no existen en sus vidas personales ni tampoco en la vida de la iglesia.

La Necesidad de un Oído Para Oír

El Señor llama a las iglesias, “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. La expresión o variación de “El que tiene oídos para oír, oiga” ocurre ocho veces en los Evangelios Sinópticos mas no en el Evangelio de Juan. También se encuentra siete veces en Apocalipsis 2 y 3. Los oídos contienen estructuras tanto para escuchar como para mantener el balance. El octavo nervio craneal (el nervio compuesto por los nervios auditivo y vestibular) lleva impulsos eléctricos desde el oído hasta el cerebro. Dios le ha provisto al oído la habilidad para escuchar frecuencias desde aproximadamente 16-20 Hz (ciclos por segundo) hasta aproximadamente 20,000-30,000 Hz. La intensidad o volumen del sonido se mide en decibeles (dB).

El órgano físico para oír era considerado peculiarmente importante para los Judíos porque era el instrumento primordial por medio del cual el hombre recibía información y mandamientos. La Biblia revela que Dios ha creado al alma con habilidades semejantes a las del cuerpo. El alma puede comer (probando las cosas de este mundo, probando las cosas del Señor, alimentándose de la Palabra); tiene sensibilidad; puede estar dormida; tiene un corazón el cual es la base de sus afectos y deseos; y puede oír. El oído del alma puede hacerse sordo a las cosas de Dios. A través de pensamientos e influencias, el alma puede ser cultivada a una intensidad para el bien o para el mal.

Tanto el hombre interior como el exterior pueden oír. El pecado mas antiguo del hombre se encuentra en Romanos 5:19 y está ligado a este asunto del oír: Porque así como por la desobediencia de un hombre”. Dios le dio mandamientos a Adán y él desobedeció, o como lo presenta el griego, él falló en oír. Por esta misma razón la oreja derecha del sacerdote tenía que ser santificada especialmente, el lóbulo de la oreja derecha debía ser tocada con sangre sacrificial en la consagración (Levítico 8:23), simbolizando la sangre cubriendo el oído que oye. De manera similar, la oreja del leproso que había sido limpio era re-dedicada para el servicio de Dios en el oír, al tiempo que el aceite era colocado después de ser aplicada la sangre (Levítico 14).

En el Nuevo Testamento leemos en Lucas 8:12-15 que la Palabra de Dios llega a la tierra o al alma; ésta oye la Palabra. Si, el oído del alma debe ser cultivado. Una persona pudiera estar físicamente sorda pero aún así “oír” la Palabra de Dios. “La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”. Es el oído del alma el que debe oír la Palabra, y el corazón debe creer a esa Palabra. Al tiempo que un cristiano va más profundo con Dios, el oído es cultivado a la sensibilidad de la Palabra de Dios, aún, a Sus mismos susurros. Así como sucedía con el siervo por amor en Éxodo 21, el oído se crucifica a través de la santificación, y obedece al Amo con deleite (Salmo 40:6-8). Esteban condenó a los judíos de sus días al declarar en Hechos 7:51, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros”.

Si el oído interno, el órgano de percepción espiritual, oye, entonces el corazón se someterá voluntariamente. Seguido sucede que el oído espiritual se agrava (Isaías 6:10) o se vuelve pesado (Deuteronomio 29:4) debido a una obstinación buscada por uno mismo, o por el juicio de un Dios a quien se ha ofendido.

El Oído de los Últimos Tiempos

El apóstol Pablo advirtió a Timoteo de la reacción de los últimos tiempos en contra de la predicación de la Palabra de Dios: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias“. (II Timoteo 4:3). El tiempo ha llegado en el que la verdadera predicación de la Palabra de Dios ya no es deseada; enseñanzas espiritualmente sanas están siendo rechazadas, mientras que lo “nuevo” está siendo deseado intensamente por la gente. La “gente” es la que ahora gobierna en los púlpitos, y conforme a sus propias concupiscencias teniendo “comezón de oír”, las congregaciones se están llenando de maestros que enseñen lo que ellos quieren escuchar. Este tipo de oído pertenece a aquellos que se han cansado del sonido de la verdad que ha sido repetida con frecuencia. Anhelan nuevos pensamientos, nuevas interpretaciones de las Escrituras, nuevas experiencias – todo ello viniendo de enseñanzas engañosas-. Pablo continúa diciendo “y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” Estos que se “apartarán” son la gente que se cansará de escuchar la verdad y deseará mitos y falsas enseñanzas. ¿Cómo puede ser esto?

Estamos conociendo a más y más fundamentalistas que no se dan cuenta del alejamiento de Dios; no ven la dirección en la que sus iglesias se están inclinando; ¡Ellos simplemente no lo ven! Es evidente que Dios los está entregando a su ceguera; Él no les ha dado ojo para ver ni oído para oír.

Hace años yo no entendía por qué la gente no podía ver lo que obviamente parecían ser fallas en sus iglesias, en sus escuelas, o aun en ellos mismos. Creo que ahora ya lo entiendo. La primera razón de que algunos no ven es que quizá ni siquiera sean salvos, pues de acuerdo con Juan 3:3, “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” ¿Es esto cierto de muchos asistentes a las iglesias hoy en día? ¿Simplemente no son salvos? En este caso, ellos no pueden ver lo espiritual (I Corintios 2:14). Una segunda razón por la cual falta la vista es que muchos son como el hombre ciego que fue sanado en Marcos 8. Este hombre inicialmente vio a “hombres como árboles” caminando; no los podía ver claramente. Existen aquellos que debido a la carnalidad y mundanalidad que rige en sus vidas, que profesan ser cristianos, tienen una perspectiva distorsionada de las cosas espirituales, aunque pueden haber sido salvos. Recuerde que la tibieza produce ceguera (Apocalipsis 3:17). Su vista se encuentra pervertida debido a que solo ven las cosas de cerca; aquellas cosas que se encuentran a la distancia no las pueden ver claramente.

Cualquiera que sea la razón por la falta de discernimiento, siempre debemos entender que “El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová” (Proverbios 20:12). El darse cuenta de esta Era de la Iglesia es un regalo de Dios; ¡El escuchar la claridad de la Palabra de Dios hoy en día es un regalo de Dios! ¡Tristemente, esta no es la regla! Aún aquellos que en algún día oyeron y vieron ya no están oyendo ni viendo. ¿Estamos oyendo lo que el Espíritu le está diciendo a las iglesias hoy en día? ¡¿A esta Era de la Iglesia?! Estamos oyendo lo que Benny Hinn y Joel Osteen y otros están diciendo. Interesantemente, estamos oyendo lo que los neo-evangélicos están diciendo y cantando pero, ¿estamos oyendo lo que el Espíritu les está diciendo a las iglesias? ¿Es acaso parte del vomitarlos de Su boca el que Dios esté entregando a esta Era de la Iglesia a un engaño porque no aman la verdad? (II Tesalonicenses 2:10, 11). ¿Estamos acaso siendo entregados a mitos y fábulas porque ya no queremos oír la verdad?

Conclusión

Como mensajeros y laicos de la iglesia debemos orar, “¡Oh Dios, dame un oído para oír lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias y un ojo para ver mi época y la Palabra de Dios!” Tales personas que oigan y vean serán los únicos que formen parte del remanente en los últimos tiempos. Tal remanente será odiado por la iglesia pública institucional. Lo que le sucedió a Cristo por mano de Israel cuando fue llevado fuera del campamento y sufrió la cruz le sucederá al remanente; la iglesia pondrá a tales individuos fuera. Nosotros tendremos que ceder a esto, ir “fuera del campamento” llevando Su vergüenza. No existe otra manera para sobrevivir en estos días finales antes de la venida del Señor.

Tal como una mujer en trabajo de parto, la Iglesia pública está tratando de quitarse de encima a los verdaderos santos que se encuentran dentro de ella. Tales santos son un estorbo al progreso, a la paz, a la armonía y a la ecumenicidad. La Iglesia pública evangélica no podrá soportar mucho más la predicación de tales predicadores del remanente, sus exhortaciones concernientes a estándares, y su constante presionar para que la Biblia sea invocada para la iglesia, el púlpito y la gente. Los líderes de la Iglesia y de las escuelas son el producto de lo que la gente quiere, y ellos a su vez, alimentan a la gente con lo que ellos quieren oír. El predicador que forma parte del remanente está siendo limitado; existen cada vez menos lugares donde él puede predicar, menos invitaciones, menos conferencias, menos citas para enseñar. La gente no quiere una voz que vaya en contra de la música contemporánea, lo carnal y lo mundano, y el vestir inapropiado. La Iglesia de hoy no tiene un corazón para ello; ¡Por lo tanto no tiene oído para ello! Como resultado de tal rechazo, la Iglesia está amontonando para sí, maestros que satisfagan al corazón “cansado-de-la-verdad-y-de-vivirla”. La Iglesia encontrará en abundancia aquellos individuos que les dirán y predicarán lo que ellos quieren escuchar. Tales líderes permitirán la música que la gente quiere escuchar al igual que la ausencia tanto de estándares en el vestir como de santidad en la vida y corazón.

¡Oh Dios! ¡Dame un oído que oiga y un ojo que vea! ¡Esto solo vendrá por mi ceder a tu Palabra en obediencia! ¡Que yo como predicador no solo ore para ser ungido, sino que también ore por un oído que oiga y un ojo que vea en esta Era de la Iglesia que está sorda y ciega! Que yo como laico desee fervientemente tener a un predicador que declare Tu Palabra, no a mi gusto, sino como “el Espíritu dice a las iglesias”.