Volumen 39 | Número 4 | Julio–Septiembre 2011

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El Libro de Daniel: Un Libro para los Últimos Tiempos


By Dr. H. T. Spence

Los poderes convergentes sobre el planeta Tierra deben ocasionar que todo verdadero cristiano esté en una postura velando y orando, si, en una postura de preparación para la venida de nuestro Glorioso Salvador. Esta Bendita Esperanza debe estar siempre purificando nuestras almas como parte de la preparación para ese evento en el cual Cristo nos llamará para Sí Mismo.

La carga espiritual para los siguientes artículos en Inmediatamente será tomada del profeta Daniel del Antiguo Testamento, con respecto a lo que el Señor le permitió ver a través de las eras del tiempo. Uno debe observar cuidadosamente que aunque la Biblia fue terminada hace aproximadamente 2,000 años, el Libro de Daniel y el Libro del Apocalipsis solamente han sido develados por el Espíritu Santo durante los últimos 150 años para poder tener un entendimiento más completo de ellos. El ángel Gabriel le dijo a Daniel que sellara el libro hasta el tiempo del fin (Daniel 12:4, 9). El “remover el sello” de ambos libros se llevó a cabo a principios de los 1800’s. Ellos se ha convertido en claves el uno para el otro, entrelazando y des-entrelazando los vestíbulos de la profecía.

Es evidente que algunas de las profecías de Daniel fueron entendidas en siglos anteriores de la historia de la Iglesia. Cuando muchos de sus contemporáneos negaban el Libro de Daniel, Sir Isaac Newton, el gran científico, declaró que “el rechazar a Daniel es rechazar la religión Cristiana”. Ignorar las grandes profecías de este libro produce un vacío de puntos críticos en la Palabra profética con respecto a las “cosas venideras” en la Escatología. Nuestro Señor habló acerca de Daniel en Su Discurso de los Olivos (Mateo 24:15). El último libro de la Biblia, el Libro del Apocalipsis es el único libro profético del Nuevo Testamento que permanecería sellado para siempre si no fuese por el Libro de Daniel. Cuán singular es el hecho que tanto el Libro de Daniel como el Libro del Apocalipsis, a través de la inspiración del Espíritu Santo, hayan sido escritos por un “amado”– Daniel, un hombre grandemente amado (Daniel 10:11), y Juan, el discípulo amado. Estos libros debieran estudiarse unidos, pues ambos son claves para la completa Palabra profética.

Sabemos más de la historia personal de Daniel y su carácter en comparación a cualquier otro profeta. Aunque su nombre no es mencionado de manera personal entre los héroes de la fe en Hebreos 11, sus hechos están ahí: “que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones” (Hebreos 11:33). Es a partir de los escritos de este hombre que hoy tomo la carga espiritual para ellos. Su escritura se levanta en una época entre la historia del pasado y la profecía del futuro. A través de más de 70 años que abarca el Libro de Daniel, algunas de sus primeras profecías son terminadas antes del final del libro; esto nos ayuda a probar en cierta medida lo correcto e incorrecto de cualquier intento de interpretación.

Daniel en los Tiempos de los Gentiles

Este primer artículo es para observar al profeta en los tiempos de los Gentiles. Este es un libro crucial de transición entre dos obras globales de Dios en la historia. El escrito de Daniel se coloca después de 2o Reyes y 2o de Crónicas en la historia. En estos libros leemos acerca de los últimos siglos de la historia del reino de los Israelitas; ambos libros terminan con narraciones paralelas de la caída del Reino de Judá. Cien años antes, el Reino del Norte de las 10 tribus había sido llevado en cautiverio a Asiria. Cuando el Reino del Sur, el Reino de Judá, fue llevado en cautiverio a Babilonia, esto ocurría básicamente en aquellos que vivían en la ciudad de Jerusalén. Quizá no parezca ser, en la superficie, un evento de gran significado el hecho de llevarse a algunos millares de judíos en cautiverio, cuando lo comparamos con eventos políticos más sobresalientes durante ese tiempo. No obstante, esto marcó el fin de una gran temporada histórica y el inicio de otra.

Con el propósito de comprender mejor la caída del Reino de Judá, debemos revisar su historia brevemente. La liberación de los Israelitas por parte de Dios sacándolos de Egipto en el siglo XV a.C. marcó el inicio de una nueva era. Se trataba del nacimiento de una nueva nación que iba a afectar poderosamente toda la futura historia mundial. Cuarenta años más tarde al conducirlos Dios hacia la tierra de Canaán, el Señor les dio un programa de conquista que envolvía el mundo entero. Primero, ellos debían destruir totalmente las naciones que habitaban en Canaán. Segundo, debido a que la iniquidad de esas naciones era total, en lugar de utilizar un diluvio como Dios lo hizo en los días de Noé, o fuego del cielo como el Señor lo usó en los días de Lot, Dios utilizó a los Israelitas para exterminar a esas naciones. Tercero, ellos fueron usados por Dios como el poder gobernante para mantener disciplina política sobre el mundo, manteniendo la justicia y castigando la maldad. El propósito de Dios fue expresado mucho antes en Deuteronomio 32:8:

Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel.

Este pasaje se refiere a los tiempos antiguos de la dispersión de las gentes en Babel. En el pasaje de Deuteronomio 20:10–20, pero especialmente notemos los versículos 15 y 16:

Así harás a todas las ciudades que estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida.

No había límite establecido para esta conquista: Israel debía establecer una teocracia universal en la cual ella fuese el visible poder gobernante.

Sin embargo, Israel nunca llevó a cabo perfectamente siquiera el primer programa; las naciones de Canaán no fueron completamente destruidas. Se les permitió vivir bajo tributo, con frecuencia viviendo entre los Israelitas, y en ocasiones mezclándose con ellos en matrimonio. En los siguientes siglos, la obediencia de Israel para con Dios vaciló según lo notamos entre el tiempo de los Jueces y los Reyes. Este periodo de la historia culminó con las narraciones concluyentes de los Reyes y Crónicas. Entonces Dios deliberadamente hizo a un lado a Israel como el poder mundial, y entregó el cetro del poder mundial en mano de los Gentiles.

La Transición del Poder Mundial Hacia los Gentiles

La instrucción de Dios a Israel para renunciar al cetro del gobierno mundial a favor de los Gentiles está registrado en Jeremías 27:12, 13:

Hablé también a Sedequías rey de Judá conforme a todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid. ¿Por qué moriréis tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha dicho Jehová de la nación que no sirviere al rey de Babilonia?

Sedequías fue el último rey de Judá, guiando al resto del remanente de los Israelitas después del cautiverio de las 10 tribus del norte. Como el último representante de David cuyos descendientes habían mantenido el trono durante aproximadamente 500 años, Sedequías fue el último en ocupar esta importante posición, y también fue él quien atestiguó la transferencia de éste hacia un poder secular.

Nosotros sabemos que este desplazamiento de Israel no será para siempre. Ezequiel 21:25–27 nos dice:

Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré.

El rey perverso aquí es Sedequías; aquel a quien le pertenece el derecho de gobernar es Jesucristo. Las Escrituras revelan que el Trono de David (2 Samuel 7:16) “será estable eternamente”. ¡Debemos recordar que Jesús era y es judío! Gabriel le dijo a María: “el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. También leemos en Oseas 3:4, 5:

Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días.

Debemos notar que existe una diferencia entre “hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21:24) y “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Romanos 11:25). Los “tiempos de los Gentiles” es una profecía política que trata con el gobierno mundial controlado por los Gentiles o las naciones de la Tierra. En contraste, “la plenitud de los gentiles” que menciona Pablo en Romanos 11 es en referencia a la venida de los Gentiles al Cuerpo de Cristo o la Iglesia. Santiago nos declaró este plan divino en Hechos 15:13–17:

Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre.

La verdad concerniente a la iglesia básicamente ha sido una verdad para los Gentiles a través de la historia de la Iglesia. Cristo tomará esta iglesia verdadera fuera de esta Tierra en un rapto; esto traerá el fin de la “plenitud de los gentiles” y Dios injertará a Israel de regreso en el árbol del Olivo. Los “tiempos de los gentiles” serán cumplidos hasta la venida de Cristo a la Tierra (no en las nubes), tal como se ve en Apocalipsis 19.

Pablo dejó muy claro en Romanos 11, que el hecho que Dios hiciera a un lado a Israel era algo temporal. Después que Israel haya sido suficientemente castigado debido a sus antiguas desobediencias, Dios va a restaurar el reino para Israel. La constante expectación de judíos devotos fue inclusive vista en Hechos 1:6 – “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. La respuesta del Señor fue que el tiempo de la restauración era potestad del Padre, y que no les tocaba a ellos conocer los tiempos. El Libro de Daniel fue “sellado” en este tiempo y el Libro de Apocalipsis no había sido escrito todavía. El tiempo no se había revelado todavía; sin embargo, el hecho de la recuperación de Israel es algo cierto.

El Cautiverio Babilónico selló la pérdida de Israel de su dominio global y comenzó el tiempo de los Gentiles. La profecía de Cristo en Lucas 21:24 declara: “y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. Cuando los eventos registrados en el Libro de Daniel comenzaron, el reino estaba solamente deslizándose de Israel hacia el rey gentil Nabucodonosor. Aquí vemos la transición del reino de Israel para con los Gentiles. No obstante, las profecías de Daniel alcanzaron muy en el futuro, aun más allá de la primera venida de Jesucristo y de Su segunda venida visible con poder y gran gloria para tomar posesión del reino. Este evento será la señal cuando el domino mundial sea revertido para los Judíos. Por lo tanto, la importancia de Daniel es que enlaza el vacío desde el tiempo en el cual el reino pasó de Israel hasta el tiempo en el cual el reino será restaurado para ellos.

La Imagen

Fue durante el ministerio de Daniel que la transición a los tiempos de los Gentiles se llevó a cabo. En Daniel 2, se nos da la historia de los tiempos de los Gentiles. La imagen vista en este capítulo tiene “aspecto” de hombre. Los “tiempos de los Gentiles” es técnicamente el tiempo del hombre y su rechazo de Dios. La historia dibujada en el sueño de Nabucodonosor es cuando Dios permita al Hombre tener su propio día. Históricamente, esto ocurre desde el tiempo de Nabucodonosor hasta el tiempo del reino del Anticristo. Así que la imagen del “hombre” es el Día del Hombre o los “tiempos de los Gentiles”.

Egipto y Asiria habían existido previamente como imperios, pero no en la transición de los Judíos hacia los Gentiles. Se profetiza que aparecerán cuatro grandes reinos o poderes mundiales, comenzando con Nabucodonosor hasta el fin cuando el dominio será quitado de los Gentiles y el gobierno del Altísimo sea establecido sobre la Tierra. Esta perspectiva es la historia del Hombre, o el Día del Hombre. Cada imperio mencionado en la visión quería dominar mundialmente sobre todas las naciones y lenguajes. Así como cada uno de ellos llegaron en sucesión el uno después del otro, incrementaron sus poderes globales. La imagen comienza con oro y continúa con plata, después bronce, después hierro, y finalmente termina con hierro mezclado con barro cocido. Las piernas, la parte más larga de esta imagen, representan a Roma, la cual existió durante más tiempo que el resto de los imperios. El hierro llega como la última forma del poder mundial Gentil representado en los pies, incluyendo los diez dedos de los pies.

Es a través de esta profecía que Dios revela el progreso del hombre. Claramente podemos ver que el Día del Hombre o los “tiempos de los Gentiles” no comienza con material “bueno-para-nada”: tierra mezclada con partículas de hierro; todo comienza con oro fino. En contraste con la opinión del hombre de que sus imperios son siempre ascendentes del lodo al oro, ¡La revelación de Dios deja muy claro que en realidad es al revés! El Día del Hombre, los tiempos de los Gentiles, terminarán en total deterioro.

¿Cuál es el aspecto final de los tiempos de los Gentiles? Es el más breve de todos, el más pequeño de todos— ¡los pies! Los diez dedos de los pies son mencionados en Daniel 2:44, “en los días de estos reyes” (los cuales son designados después como 10 cuernos). Apocalipsis 17:12 nos dice: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia”. ¡No hemos llegado a este aspecto final en la historia! No obstante, el periodo de nuestro tiempo presente en la historia está al fondo de las piernas uniéndose con los pies. El hierro en los pies es mezclado con tierra (barro cocido), un material que no pertenece a los metales de la gran imagen. Ya no existen verdaderos imperios. Nos dirigimos hacia la existencia más baja del hombre, de donde él fue formado, del polvo de la tierra. El Socialismo y el Anarquismo son amenazas en ciernes sobre todos los aspectos de los poderes globales hoy en día. Nos encontramos en la lucha de la venida de este último reino– aquel con el cual terminarán los tiempos de los gentiles. Reyes, Presidentes, y gobiernos están intentando agresivamente conseguir el control de este último reino, ¡Tratando de convertirlo en el control global final!

Conclusión

Querido lector, estamos en la culminación de los Tiempos de los Gentiles -el Día del Hombre- la deificación del hombre. Hemos leído acerca de esto en el pasado y vendrá de nuevo: tal como el día en el cual Nabucodonosor erigió la estatua de oro (de él mismo) en los campos de Dura, de esa manera se repetirá en la venida del Falso Profeta (Apocalipsis 13), cuando él comande la adoración a la imagen de la Bestia. La sociedad global ha llegado al tiempo profético de la imagen del hombre, la adoración del hombre. Este tipo de sociedad ha cambiado su perspectiva de Dios. Se han levantado un Neo-Teismo y un Neo-Cristianismo sobre la Tierra, y están controlando los pensamientos y escritos del hombre. El Salmo 2:2 declara: “Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido”. Aunque esta cita concluye en Hechos 4:26 con la frase “contra su Cristo [ungido]” refiriéndose a Jesús, hemos llegado a la parte final de la profecía: “diciendo . . . Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salmo 2:3).

El evangelio ha llegado hasta lo último de la Tierra, la ética y moral del Judeo-Cristianismo han permeado el planeta en conocimiento. Estamos siendo testigos del surgimiento de un mundo de líderes que están cansados de los principios establecidos por el Cristianismo –por Dios– aun a través de la Iglesia Romana. La ACLU (American Civil Liberties Union – Comisión Nacional de Derechos Humanos en Estados Unidos) está ahora tocando la puerta, sí, golpeando cada puerta en los Estados Unidos, pues ellos saben que el tiempo y el espíritu en Estados Unidos están en su madurez para el rompimiento de las ligaduras y de los cordones de los Evangélicos, de la Iglesia Católica Romana, de los conservadores, etc. Sí, es el día de clamor de odio, el cual está haciéndose más ruidoso.

Desde el tiempo del Imperio Romano (las piernas), la historia se ha sometido a una larga transición. La civilización Gentil a través de varios siglos ha sido el guardián formidable del Cristianismo público. No obstante, este imperio se convertirá completamente anti-Cristiano al tiempo que se acerca el final de su ocupación histórica. La rebelión se ha convertido en la orden en contra de Dios y Su Cristo. Ya estamos siendo testigos de un odio profundamente arraigado que se está llevando a cabo en la historia. La sociedad global está llegando a su consumación de la temporada universal de la imagen del hombre.

El Último Tiempo producirá otra crucifixión de Jesucristo, pero en esta ocasión será a través de palabra de rechazo y para exterminar a los creyentes de ese Cristo. Seremos testigos de los gobiernos venideros a través de sus leyes, tal como está escrito en el Evangelio de Mateo: “Y después de consultar” para darle muerte. El hombre quiere liberarse de Dios para cometer todo tipo de abominaciones; para ser su propio dios, para deshacerse de todo tipo de restricciones que le han sido colocadas por la providencia y la iglesia institucional a través de los siglos. No habrá una venida visible de Cristo hasta que una lucha terrible haya convulsionado a las naciones. El remanente de Dios será atrapado en las agonías de todo ello debido a que ahora somos parte del “ungido” del Salmo 2. El siguiente versículo en este Salmo nos dice: “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” [profundo problema]. El Salmo continúa diciendo: “Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira [el Periodo de la Tribulación]. Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte [el Milenio]”. De acuerdo a Daniel 2, los tiempos de los Gentiles serán resueltos cuando la Piedra sea cortada de la Montaña y hiera los 10 dedos, no la cabeza, sino los 10 dedos de hierro y de barro. Será en el momento más grande de la apostasía del hombre. Esta Piedra, la cual es Cristo, y Su Reino traerán el colapso de la imagen del hombre, y la pulverizará como tamo en las eras del verano. Luego se nos dice que vino un viento y se los llevó. ¡No quedó rastro alguno de ellos! Podría haber sido esta porción del sueño de Nabucodonosor lo que ocasionó en él un gran terror.

Tanto los Judíos como los Gentiles golpearon a Cristo en la terrible experiencia y el evento histórico de la Cruz. En contraste, en el futuro, será la Gran Piedra, el Señor Jesucristo quien golpeé la imagen del hombre. Esta piedra se convertirá en un gran monte para llenar toda la tierra. El Reino será restaurado para Israel a través de Cristo. Los reinos de este mundo se convertirán en reinos de nuestro señor.

Querido lector, nos encontramos viviendo en el periodo del tobillo de esta historia profética. Sin embargo, no debemos permitir que nuestros corazones se atribulen, ya que Jesús les prometió a Sus discípulos en Juan 14:3, “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Esta es una clara referencia y promesa para los santos de Dios en el tiempo señalado, de ser recibido por Cristo y llevados al cielo en un rapto secreto. Que Dios nos habilite para continuar en Él, al tiempo que la historia de los “tiempos de los Gentiles” llega a su culminación.