Volumen 39 | Número 4 | Julio–Septiembre 2011

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Daniel: Un Profeta Preparado


By Dr. H. T. Spence

Como predicador del Evangelio, me he vuelto más consciente del hecho que pueda estarle predicando a la última generación de hombres jóvenes y señoritas antes de la venida de Cristo en un rapto del mismo modo que la venida del Anticristo y del reino final del hombre en profecía. Estamos en la peor generación, la más obscura y la más engañosa de la historia. Puede ser la generación preludio antes de la llegada del Periodo de la Tribulación. Por esto es crucial que el remanente del pueblo de Dios llegue a un entendimiento del Libro de Daniel.

En el artículo previo observábamos simplemente que los dos libros críticos de profecía son Daniel y Apocalipsis. Existen similitudes entre estos dos libros. (1) Ambos escritos por hombres que fueron llamados “amado”. (2) Ambos autores estaban jóvenes cuando vinieron a Dios (Eusebio, el Padre de la Historia de la Iglesia dice que Juan tenía 18 años cuando se convirtió en discípulo de Cristo; y Josefo escribió que Daniel tenía 17 años de edad). (3) Ambos hombres vivieron largas vidas más allá que la mayoría de sus contemporáneos. (4) Ambos estuvieron en cautiverio (Babilonia y Patmos). (5) Ambos miraron la gloria de Dios en tiempos devastadores. (6) Uno fue vidente del principio de los tiempos de los Gentiles, y el otro fue vidente a la revelación de la conclusión de los tiempos de los Gentiles. Ambos miraron profecías similares, y aun así, cada uno se convirtió en una clave de ayuda para interpretarse el uno al otro.

En este artículo queremos notar el carácter de Daniel. Para estos tiempos cruciales que nos aproximan a la venida de Cristo, una vida como la de Daniel debería ser el anhelo de todo corazón de los cristianos.

La Edad Temprana de Daniel

Sabemos más de la historia personal de Daniel, de su carácter, que de cualquier otro profeta. Daniel parece haber nacido en una familia no identificada de nobleza Judía en los tiempos previos a la reforma de Josías en el año 621 a.C. Durante su infancia él experimentó la gran reforma religiosa en el reinado de Josías, colocándolo en una edad de entre 15 a 17 años de edad cuando fue capturado en el inicio del cautiverio Babilónico. Inmediatamente después del tiempo de la gran reforma bajo el liderazgo de Josías, Jerusalén se sumergió una vez más en profundo pecado y apostasía bajo el liderazgo de los reinos restantes. Sin duda alguna que siendo un niño habrá escuchado la predicación del profeta Jeremías, con quien se habría identificado muy cercanamente, al menos con sus escritos, durante muchos años aun después de su deportación. Es evidente que como niño, Daniel fue profundamente afectado por la reforma religiosa.

El hecho que él estuvo entre la primera selección de judíos cautivos llevados a Babilonia en 606 a.C. nos indica que fue considerado como alguien de gran estatus social. Parece que Nabucodonosor, en su derrota a Egipto y regreso a través de Judea, demandó rehenes de Judá como evidencia de buena fe para con Babilonia. Fue con este grupo el cual fue al cautiverio en el tercer año de Joacim, rey de Judá, que Daniel fue contado entre ellos. Sus padres lo llamaron Daniel que significa “Dios es mi juez”. Su nombre verdaderamente fue una realidad en cada etapa de su vida: el juzgó cada cosa que llegó a confrontar a través de la consciencia de Dios.

La historia de Israel ha sido marcada por dos periodos de gran esclavitud: Egipto (un tipo de pecado y del mundo), y Babilonia (un tipo de la esclavitud religiosa y la apostasía). Tal como Israel, el Cristianismo hoy en día ha entrado hacia su cautiverio Babilónico, y demandará de una juventud preparada para confrontarla, al igual que a todos sus poderes y lenguajes oscuros y extraños. En mis viajes, cada vez conozco más y más jóvenes cristianos que no han crecido en madurez como aquellos jóvenes que nacieron en generaciones pasadas. Una señal de esto es que existe una gran inmadurez en su manera de vivir al igual que en su vida cristiana. Estos no son tiempos en los cuales los jóvenes adultos puedan estar jugando con los pecados y permanecer en sus años y actitudes de niñez; ellos necesitan crecer y convertirse en hombres y mujeres dedicados al Señor. Daniel fue preparado en sus años de infancia y adolescencia para poder convertirse en un profeta preparado para su edad y su generación. Los tiempos testifican solamente a pocos jóvenes quienes en su edad madura estarán preparados para enfrentar al mundo.

La Preparación en la Vida: Sin Mancha

Uno de los prerrequisitos que leemos para que Daniel fuera escogido por el grupo de colaboradores del rey, era que él debía ser sin tacha alguna. Daniel tenía que ser alguien sin defecto o peculiaridades en la carne (sin desfiguros: eczema, erupciones, rasguños, cicatrices), lo mismo que no tener evidencias de defectos morales. El Diablo ha perseguido agresivamente a la juventud de nuestros tiempos en este conflicto final antes de la venida secreta de Cristo. Si el Diablo no puede impedir que los jóvenes se conviertan a Cristo, entonces él se esforzará haciendo todo lo que pueda para destruir la vida del joven antes que se convierta al Señor, ocasionando que sea de poco uso en el servicio a Dios. ¡Oh una vida con mancha! Esta generación ha sido la peor en vivir en pecado y cosechando daños; tales manchas en la vida en ocasiones son irreparables. Muchos jóvenes que se convierte a Cristo en estos tiempos, han vivido, ya sea física o mentalmente en pecados tan complejos que permanecen profundas cicatrices en sus vidas. En muchos casos, esas cicatrices se convierten en partes permanentes de sus vidas.

La cultura juvenil de nuestra presente sociedad manifiesta una vida y un carácter que ha sido controlado por cierto principio. Ese principio ha sido un principio de pecado y la completa invasión del mundo. Su cultura es la manifestación de dicho carácter. La Civilización Occidental ha atravesado por muchas etapas de la vida cultural desde los inicios del “rock and roll”. Como producto de esta historia, ha surgido lo que acertadamente es llamado “subcultura”. “Una subcultura es un grupo de personas con una cultura (ya sea distinta u oculta) la cual los diferencia de aquella cultura mayor a la cual ellos pertenecen”. Algunas veces esto es considerado una contracultura. Las subculturas unen a aquellas personas que por estándares sociales se sienten abandonadas y desarrollan un sentido de identidad.

En 2007, Ken Gelder publicó el libro “Subcultures: Cultural Histories and Social Practice” (Subculturas: Historias Culturas y Práctica Social) en el cual propone seis claves para poder identificar subculturas:

  1. A través de sus frecuentes relaciones negativas para trabajar (como “ocioso”, “parásito”, etc.) [Personas tratando de salir del trabajo con una mentalidad de “gracias a Dios es viernes”].
  2. A través de su relación negativa o ambivalente a las clases sociales (ya que las subculturas no tienen ‘consciencia de clases sociales’ y no se conforman a las definiciones tradicionales de ellas).
  3. A través de su asociación por territorio (la “calle”, el “barrio”, el “club”, etc.), más que asociación por propiedad.
  4. A través de su movimiento fuera del hogar y a formas no-domésticas de pertenecer (i.e. grupos sociales más que la familia).
  5. A través de sus vínculos estilísticos con excesos y exageración (con algunas excepciones).
  6. A través de su negatividad a las trivialidades de la vida ordinaria y a la masificación. (http://en.wikipedia.org/wiki/Subculture, consultado el 17 de Octubre de 2011, y traducido al Español).

Las subculturas abundantes hoy en día proveen de una amplia variedad para seducir y sutilmente influir a la presente generación de jóvenes. Dentro de esas subculturas existe un concepto filosófico con respecto al cuerpo físico. Está orientado hacia el envilecimiento, la falta de respeto, la indignidad, y aun hacia la destrucción del cuerpo llevada a cabo por el Diablo. Tal perspectiva ha sido promovida a través de un número de subculturas en todo el mundo. En los 1960’s, Timothy Leary popularizó las drogas alucinógenas, lo cual usó el Diablo para consumir el cuerpo y la mente de muchos jóvenes. Janis Joplin popularizó el alcohol, afectando tanto al cerebro como al cuerpo. También existió Alex Crowley, quien promovió la intensidad de la fornicación y sadismo que consumió sentimientos y deseos, y destruyó la juventud y esperanza de un matrimonio honorable entre el hombre y la mujer. Las enfermedades por transmisión sexual, incluyendo muchos incidentes de VIH y de SIDA, con frecuencia traen un daño permanente al cuerpo de la persona.

También existe la vida mental de la juventud, la cual está siendo paralizada por los poderes de la pornografía. Tales imágenes mentales producirán la destrucción de la mente durante años en la persona. También produce una mente holgazana y pasiva en las cosas espirituales: la inhabilidad de poder funcionar para Dios, viviendo básicamente una vida en apatía.

Aun la cultura de los tatuajes y el colocarse aretes en todo el cuerpo (perforaciones corporales) se han convertido en algo común en nuestra sociedad. El Señor declara en Levítico 19:28, “Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo Jehová”. Todo tipo de perforaciones están desfigurando el cuerpo, desde las orejas, las cejas, los labios, la lengua, las mejillas, etc. La industria del tatuaje ha establecido su taller de servicio sobre la avenida principal, ofreciendo sus servicios, ya no únicamente a los marineros sino a toda la generación que han convertidos sus cuerpos en “lienzos en blanco” para pintar. Aun después de convertirse en cristianos la permanencia de tales cosas afecta el testimonio en el cuerpo.

También existe la subcultura que se apega a sí misma a toda forma de música, desde el jazz, Goth, punk, hip-hop, rave, bluegrass, heavy metal, country western, etc. Todos ellos tienen su propia subcultura que consiste en un simbolismo identificado con la ropa, la música, y otros efectos visibles en sus miembros.

En los estados del sur de los Estados Unidos, nos encontramos el producto del oeste rural, conocido como la subcultura “redneck” (“cuellos rojos”) con su manera desaliñada de vestir con una apariencia de vaqueros, pero más baja que ellos, con una obsesión por las armas y los cuchillos, con su característica manera de hablar perezosa según sus gustos, destruyendo el lenguaje del Inglés, y con un gran apetito por los chistes de Jeff Foxworthy. El “redneck” es grosero en su conducta, emitiendo constantemente sonidos de su cuerpo en presencia de otros. Él constantemente mira a la mujer y al matrimonio de una manera humillante. Esta es una cultura del mundo, no de Dios.

Aunque en algún tiempo algunas subculturas fueron vistas como únicas y de fácil aceptación, los jóvenes quienes continúen persistiendo en ellas sufrirán daños. Una vida mezclada con el mundo va a destruir la esperanza presente de una vida para Dios. ¡Oh, las manchas del pasado continúan perdurando en las vidas de muchas personas! Aunque algunos piensen que tales maneras de vida son lindas y graciosas, no están discerniendo que estas se convierten en piedras de tropiezo para poder tener una vida plena con Dios. Las manchas personales son verdaderamente la cultura de una era, la manifestación de un principio sutil dominando internamente una vida.

Las Universidades Bíblicas en estos tiempos tienen que aceptar esas vidas manchadas y prepararlos para el ministerio. Aun jóvenes que vienen de hogares cristianos, se les ha permitido por parte de sus padres, el hecho que participen en tales subculturas. ¿Qué hace un cristiano envuelto en tales subculturas? Cuando nos convertimos en cristianos, los principios de la Biblia se levantan más elevadamente por encima de cualquier otra cultura. Cuando Dios nos salva, Él cambia nuestra manera de vivir y nos lleva a una nobleza de vida, de lenguaje, y de respeto. Nosotros no debemos ser conformados a este mundo, ni a su cultura ni a sus sonidos.

¡Existe esperanza! Efesios 5:27 nos dice: “A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. No importa qué defectos en la carne y en la vida tengamos, ¡Debemos llegar a Cristo con esos defectos para ser sanados! De acuerdo a 2a Corintios 5, las cosas viejas pasaron y todas las cosas son hechas nuevas. Algunos pueden decir: “Pero odio tener que dejar tales cosas”. ¡Crezcamos! Estas son actitudes inmaduras e infantiles. ¡Crezcamos en Cristo! Debemos vestirnos y hablar diferente. Nuestras maneras deben cambiar. Nuestras bromas deben cambiar, y debe llegar la dignidad de Cristo a nuestras vidas, ¡Por el amor al Señor! En 1a Corintios 13:11, Pablo dijo: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”. Esto es lo que necesitamos hoy en día: desechar las cosas de niños en la manera de nuestro vestir, en la manera como pensamos, y en nuestra forma de vivir. Podríamos asistir a una Universidad Bíblica y aun así, continuar jugando los juegos del mundo. ¿Cómo podría alguien tomarnos en serio si permanecemos en nuestra manera infantil de vivir? Queridos jóvenes varones y señoritas, ¡Oren para que Dios los libere de las manchas del pasado! Y si tu estás en tus años de adolescencia, protégete a ti mismo para que no destruyas tu vida.

Propuso en Su Corazón

Un segundo prerrequisito que miramos en la vida joven de Daniel fue que él no era únicamente un joven sin tacha, sino también alguien que había propuesto en su corazón no contaminarse con la comida del rey. ¡Qué dura prueba era esta! Un prisionero cautivo en una tierra extranjera lejana removido de las restricciones del hogar, ausente de la inspiración de la adoración en el Templo Salomónico. Daniel estaba siendo colocado en una posición de honor como un alumno preferido; una dieta especial y selecta especialmente por el rey fue señalada para él. La amabilidad de un rey era su tentación más grande. Él pudo haber dicho en su corazón que bajo dichas circunstancias, debía comer lo que estaba colocado delante de él, y que era imposible mantener la ley con respecto a las comidas puras o impuras, siendo un cautivo en un país extranjero. Daniel pudo haber razonado que no importaba lo que él hubiera comido, si su corazón estaba bien con Dios, y ciertamente una persona no debe ofender al rey. En un periodo en el cual el considerar la ley de Dios era algo decadente entre los judíos, es evidente que Daniel y sus amigos estaban firmes en la verdad antes que ellos fuesen llevados a Babilonia.

Tales decisiones y elecciones en su juventud tuvieron un profundo efecto sobre el hecho que Dios le confiara secretos y visiones. Daniel había entrado a la vida consagrada de Romanos 12:1, 2. A la luz de este hecho de proponer en su corazón, Daniel ya se había encomendado a sí mismo a través de la meditación de la Palabra de Dios y comunión con el Señor; estos aspectos ocupaban el primer lugar en su vida.

Los pensamientos en la vida de una persona acerca de Dios son importantes en este hecho de proponerse en el corazón para no contaminarse a sí mismo. Después que el corazón se lo ha propuesto, entonces el pararse decisivamente con fe sosteniéndose de Dios para ser fuerte, será el siguiente paso a dar. Al proponerse algo, encontraremos a Dios siendo verdadero, como lo fue en el caso de Daniel. La comida del rey estaba dedicada a los dioses del rey; él creía que la carne tenía poderes especiales y por ello quería que sus sirvientes participaran de tal comida. No obstante, Daniel propuso en su corazón no contaminarse con lo que el mundo se alimenta y rehusó ser influenciado por ellos en lo que él pensó e hizo. Si, convicciones similares son imperativas en nuestros días cruciales de gran compromiso dentro de la iglesia.

Existe otra preciosa verdad que debe ser reconocida: la fidelidad del Señor se convierte en una bendita realidad en el sendero de la separación: ¡Separación del mundo y el pecado, y una separación hacia Dios! En esta separación hacia el Señor debemos encontrar un incremento en sabiduría verdadera, en el conocimiento del corazón, y en el progreso de la verdad. El conocimiento espiritual no puede ser aprendido en el hombre natural; es un regalo de Dios. Si reconocemos nuestras debilidades y vacío, y nos colocamos a nosotros mismos en Cristo, Él dará el conocimiento que necesitamos.

Mientras que Daniel y sus compañeros rehusaron ser contaminados por las comidas del rey, no se quedaron sin comer y beber. Ellos comieron legumbres y bebieron agua, una dieta muy sencilla. Mientras que nos alejamos del mundo y de sus caminos, tenemos algo de qué alimentarnos: nuestro alimento es Cristo mismo, y tenemos el agua, la habitación del Espíritu Santo. Tal alimentación nos preservará en los días malos.

Las Habilidades de Daniel

Una tercera área del carácter de Daniel que debemos observar se encuentra en Daniel 1:4 –

Muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.

Aunque este era el criterio del mundo para un futuro liderazgo, existen algunas características que pueden ser rescatadas para los hombres jóvenes de Dios. Existe la capacidad intelectual de la cual Daniel evidentemente poseía (“idóneo”). Estos jóvenes tenían que ser “sabios en ciencia”. Es evidente que ellos poseían cierto conocimiento que llamó la atención de aquellos que tenían que tomar la decisión de escogerlos para estar en el palacio del rey. Debían tener la capacidad para entender ciencia; debian tener una aptitud especial hacia la ciencia de los Caldeos, es decir, la ciencia de los magos. También tenían que ser enseñados en sabiduría. También debían tener una excelente condición física: sin tacha sobre sus cuerpos, bien favorecidos. Finalmente, también se incluía la cualidad moral y espiritual: debían tener presente la consciencia de un cuerpo y mente sanos.

Verdaderamente estamos viviendo en una generación de los Últimos Tiempos, cuando nos encontramos en una desesperada necesidad de jóvenes creciendo en hogares cristianos que no hayan sido manchados en sus mentes por las contaminaciones de esta Era, y cuyos cuerpos no hayan sido entregados a los poderes de la fornicación. Estamos en necesidad de jóvenes intelectuales que sean adiestrados por Dios y dispuestos a entregar sus cerebros y habilidades al llamamiento de Dios antes que adentrarse más en el mundo. Tristemente, estamos perdiendo a muchos jóvenes cristianos que se están yendo al mundo secular al tiempo que persiguen el dinero, una carrera, fama, y aceptación en el mundo. Hemos llegado a la última y desesperada hora cuando las habilidades y talentos de la juventud necesitan ser derramadas sobre Cristo, tal como cuando María derramó ese perfume de mucho precio de un frasco de alabastro.

¿Dónde están los jóvenes varones y señoritas que están dispuestos a dar sus corazones, y todo lo que ellos poseen para Dios? ¿Dónde están aquellos que se levantarán, cuidándose a sí mismos en sus años de adolescencia de tachas y plagas de la juventud y de impulsos caprichosos para cometer pecado? . . . ¿Quiénes están dispuestos a dar sus mentes, sus intelectos, y buenos hábitos de estudio para Cristo y Su servicio? . . . ¿Quiénes están dispuestos a preservar sus mentes y pensamientos en su vida para no caer en la alcantarilla y perversión de la inmoralidad y lodo de este mundo? Tenemos la tendencia de ofrecerle a Dios las sobras que el pecado ha dejado de nuestras vidas. Sí, aunque Él nos acepte para Sí mismo sin importar nuestra vida pasada y quebrantada, necesitamos orar por una cosecha de jóvenes cuyas vidas no hayan sido profanadas por el pecado de la adolescencia. Debemos presionar por que la vida de Daniel se observe en nuestros hogares, en nuestras iglesias, y en nuestras escuelas cristianas.

Conclusión

En el Antiguo Testamento, Dios llamó a un “hombre destinado” en el Día de la Expiación para que llevase al macho cabrío fuera del campamento hacia el desierto (Levítico 16:21). El hombre destinado, un hombre preparado, un hombre dispuesto, fue seleccionado con un año de anticipación para dicha labor; probablemente él era un hombre con pedigrí Levítico, con una reputación característica de la demanda de su nombre. Este hombre fue preparado para conducir al macho cabrío lejos, sin el cabestro ordinario, sino con un cordón rojo carmesí atado alrededor de sus cuernos. La Tradición nos comenta que este hombre esperaba que el cordón rojo carmesí se volviera blanco como una señal de aceptación del sacrificio por parte de Dios. ¡Oh, que contemplemos el valor espiritual de tal hombre en nuestros tiempos! Tal tipo de hombre en nuestro día y tiempo debe ser capaz de discernir la actitud del Señor acerca de las épocas en particular, ya sea que exista una aceptación por parte de Dios o que esté presente la apostasía.

Necesitamos incrementar nuestras oraciones para que existan hombres listos, selectos, preparados, hombres que puedan declarar la actitud de Dios para la era en la cual vivimos. Que Dios nos de jóvenes santificados, llenos del Espíritu Santo, y dispuestos a dar un paso al frente como lo hizo Daniel.